martes, 24 de mayo de 2011

Somos heroes.


Somos héroes.

 Después de un arduo  día de trabajo, por fin llegamos a casa. Como nos fue imposible comer durante el día, planeamos (en familia) cenar un aromático pollo a la leña.  Desde que lo compre mis sentidos se alteraron.  Parecía lobo inquieto. Mi único deseo era lanzarme sobre el y destrozarlo con mis filosos colmillos.  Mi esposa me decía --¡Atrás, atrás, quieto, shuu! ---No, mas bien me dijo --¡Espérate, ahorita llegando a la casa comemos!-- 

 Lo que pasa es que ese olor a especias, leña y pollo calientito me vuelven loco e instantáneamente activan  mi obscuro lado animal, ¡Auauaauuuuuuuuuú!  

Un gran plato con arroz y una pierna con muslo dieron fin a la vigila. Ajos, cebollas, jitomates y chiles de árbol asados en comal, fueron directamente al molcajete y se convirtieron en  una salsa martajada. Tortillas hechas a mano y una gaseosa redondearon aquel festín. 

Como era de esperase aquella comilona me cayo de peso. Agradecí a Dios por los sagrados alimentos, le di las gracias a mi esposa por las atenciones durante la cena e inmediatamente me fui a dormir.

Me puse un pijama de franela, bueno, solo el pantalón, porque con este calor  de primavera  a veces pienso que amaneceré en una esquina en el interior de un bote de tamales.  A pesar de la alta temperatura (nocturna) no me puedo dormir si no tengo encima un cobertor grueso. Mi esposa de plano pone tierra de por medio.  Se aparta de mí. Simplemente deja que me cocine en mis propios jugos. Algunas ocasiones la humedad de mi almohada me despierta, pero  solo es momentáneo, pues le doy la vuelta y listo.
 Como sea,  así con el mareo de la abundante cena, caí en cama y envuelto en mi cobertor comencé a soñar.

 A veces sueño que alguien intenta dañar a mi familia. Son sueños violentos al estilo de las películas de acción de Bruce Willis  o Arnold Schwarzenegger, pero en este caso, el actor estrella soy yo ¿Cuál es la misión?  Salvar al mundo y de paso a mi familia.

El sueño de esta noche fue así…


 Estaba en un callejón obscuro, las balas de mis armas se habían terminado, detrás de un contenedor de basura con mi humanidad trataba de proteger a mi  familia. Mi respiración era agitada, tenia la adrenalina al máximo nivel. Sabía que era el momento de la lucha cuerpo a cuerpo contra pandilleros de la mara salva trucha. Exhalando un enorme grito de guerra y empuñando una gran espada (tipo conán el bárbaro) me lanzo sobre los facinerosos. Son  unos 20 o 30. Golpes, patadas, sangre, llaves de lucha libre y uno que otro hueso roto de mis enemigos, es la escena durante algunos minutos. De pronto... el filo de un puñal  atraviesa mi pecho. Hace que todo se detenga por un momento. Con los ojos descomunalmente abiertos veo como ese golpe fatal disminuye mi fortaleza. De rodillas y sangrando por la boca, intento sacarlo de mi cuerpo pero es inútil. Las fuerzas se me agotan y la vida se me escapa. Los gritos desesperados de mi familia me hacen voltear. Los asesinan con lujo de violencia y no puedo hacer nada. Con las manos en el pecho intento levantarme, sin embargo, una puñalada mas (ahora por la espalda) detiene mis intenciones de ayudarlos. Caigo al suelo, herido de muerte, lleno de rabia e impotencia de no poder hacer nada más por los míos…

¡Nooooooooooooooooooooo!
Sobresaltado, con sudor en mi frente, abrí los ojos.

Aun con la respiración agitada fui por un vaso de agua a la cocina y lo bebí de un sorbo. Con una toalla limpie el sudor de mi cuerpo. Un poco mas tranquilo de vuelta en la cama, noté que la ventana estaba abierta, pues la suave brisa refrescaba mi torso desnudo.

 Por un minuto vi la luna a través de las nubes…

A la luz de la luna, uní mis manos detrás de mi nuca y las use de almohada. Mi esposa giro su cuerpo y tiernamente me abraso. Lo suave de su respirar y el aroma natural de su cuerpo convirtió aquello en un momento erótico y sensual. Besé repetidamente su frente y acariciando su cuerpo me quede dormido. Mas tarde... comencé a soñar una nueva película...  solo que ahora es para adultos y no se las puedo contar...

A veces me gustaría tener súper- poderes, como por ejemplo, un campo de fuerza invisible y este cubriera a mi familia para que nada ni nadie les pueda hacer daño, pero esto no es así.

La delincuencia y la violencia que se vive es increíble y aun así todos los días tenemos que salir a vivir o mas bien a tratar de sobre-vivir.

Un poder que si tengo es el de difundir un mensaje que sea capaz de transformar la  sociedad desde dentro de un hogar, para que los que somos padres, eduquemos a nuestros hijos con valores tan fuertes que los haga crecer tanto como quieran, volar tan alto como puedan  y así vivan libres de temores e incertidumbres. 
Quisiera  que, ellos, los jóvenes, se conviertan en hombres y mujeres responsables, libres e independientes, por que estoy convencido de que un ser humano bien educado es un delincuente menos en las calles. 

Lo que si puedo hacer es decir tan fuerte como mi voz me lo permite...
        “Dios mío cuídanos a todos y líbranos del mal”
Se que todos, hombres y mujeres no somos héroes, pero al final de nuestra película, pase lo que pase, siempre saldremos victoriosos.
No importa el precio que tengamos que pagar.


Por nuestros hijos siempre daremos todo.


Algunas veces, un poco mas.

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