viernes, 4 de octubre de 2019

Mi abuelito



Tenía unos cinco años y jugar era la única obligación de muchos como yo.
La obscuridad nos marcaba el momento en el cual la diversión tenía que terminar pues no había alumbrado en las calles, así, una horda de pequeñitos abandonaba sus juegos e ilusiones. callejeras y se iban a dormir
Llegue a casa corriendo y la cantidad de personas que en ella había no me permitían acceder con facilidad, como pude me abrí paso entre la muchedumbre y llegue hasta donde cuatro grandes cirios y muchas flores rodeaban una caja de madera que reposaba en una base de metal. El llanto se combinaba con el silencio de una manera espectral.
Sin comprender aun lo que sucedía me acerque con curiosidad a esa caja, por más que me estiraba no alcanzaba a ver nada, mi tía Carmela se percató de ello, me cargo al tiempo que me dijo;
- ¿Quieres ver a tu abuelito?
Mientras estaba en sus brazos vi a mi abuelito, (que en realidad era mi bisabuelo) al verlo pensé que estaba dormido, traté de estirarme para tocar su rostro y no pude, mi tía me dijo;
- Despídete.
Me acerco hacia él, bese su mejilla y eso fue todo.
Al otro día el aroma del café con canela y los cantos me despertaron. Más personas llegaron a casa, para mí eso era un caos, no ubicaba a mi mamá ni a mis hermanos, recuerdo que encontré a mi hermano menor Gerardo y lo tomé de la mano.
En algún momento aquella muchedumbre comenzó a salir de casa. En hombros, aquella caja de madera también.
Entre más llanto y cantos, sobre la tierra húmeda la muchedumbre partió al camposanto.
A la lejanía los vi desaparecer.
A los 5 años no comprendía que era la muerte.
Era solo un niño.
Paso mucho tiempo para que yo comprendiera lo que en realidad significa morir, así como también para que yo entendiera lo que en realidad la vida es.
Siendo aún un niño algunas veces el insomnio hacia mi noche eterna y horrenda, pensaba que si cerraba los ojos jamás los volvería a abrir, algunas veces, de pronto tomaba conciencia de mi respiración y sentía una gran opresión en mi pecho pues pensaba también que dejaría de respirar.
Noches eternas mirando el techo con zozobra y la idea de morir fue una parte muy obscura de mi niñez.
Aquel horror nocturno fue algo muy difícil de superar, la idea de morir fue algo con lo que tuve que aprender a "VIVIR".
Más tarde la muerte se hizo común y empecé a ver partir a mi familia, tíos, abuelos, amigos cercanos, primos y más recientemente mi Madre.
Cada ser querido es un dolor diferente.
Lo que comienza termina, es una ley que no se puede negociar.

Todo lo que nace tiene que morir.

Puede durar un segundo, un minuto, una hora, un día o cien años.

El final siempre es el mismo.
Hoy pienso en vivir con intensidad cada segundo de mi vida, cada que pensaba en mi muerte una pequeña parte de mi moría.
Hoy me gusta cerrar mis ojos y me concentro en mi respiración, esa acción automática de la que solo de vez en cuando nos acordamos, me gusta suspirar y sentir como el aire llena mis pulmones, es increíble sentir como el aire sale de mi cuerpo, he llegado a sentir como late mi corazón y pienso como la sangre recorre mis venas. Me gusta extasiarme mirando mi entorno y observo a otros seres humanos.
La vida es demasiado corta que algunas veces no nos da tiempo de vivirla, así que no desperdiciare un segundo que nunca volverá en rencor, ira ni desamor.
Las personas mueren solo cuando las olvidamos.
Todos mis seres queridos por siempre vivirán en mi memoria...

"Mi bisabuelo Don Silvano López fue un hombre muy alto y delgado, media 1.90 mts. siempre vestía overol de mezclilla y casi toda su vida fue comerciante, para ser sinceros él es la razón de que 4 generaciones de familia fuéramos comerciantes, era muy alegre y tenía mucha pasión por vender. Cuando falleció dicen que tenía más de 100 años pues antes no había registros tan certeros como los hay hoy."




jueves, 30 de agosto de 2018

Gracias Padre nuestro.



Padre Nuestro, que estás en las flores, en el canto de los pájaros, en el corazón latiendo; que estás en: el amor, la compasión, la paciencia, y en el gesto del perdón.
Padre Nuestro, que estás en mí, en mi familia, en mis amig@s, que estás en ese que yo amo, en ese que me hiere, en aquel que busca la verdad...
Santificado sea tu Nombre adorado y glorificado, por: todo lo que es bello, bueno, justo, honesto, de buen nombre y misericordioso.
Venga a nosotros tu reino de paz y justicia, fe, luz, amor. Se el centro de mi vida, mi hogar, mi familia, de mi trabajo, de mi estudio....
Hágase tu voluntad, aunque mis ruegos reproducen a veces más mi orgullo, mi ego, que mis necesidades reales.
Perdóname todas mis ofensas, mis errores, mis faltas.mis pecados y ofensas contra ti, contra mi mismo y contra los que me rodean, Perdona cuando se vuelve frío mi corazón;
Perdóname, así como yo con tu ayuda, perdono a aquellos que me ofenden, incluso cuando mi corazón está herido.
No me dejes caer en las tentaciones de los errores, de los vicios, de la crítica, el juicio, el chisme, la envidia, la soberbia, la destrucción, el egoísmo....
Y líbrame de todo mal, de toda violencia, de todo infortunio, de toda enfermedad.
Líbrame de todo dolor, de toda tristeza, angustia y de toda desilusión.
Pero, aún si tales dificultades ves que son necesarias en mi vida, que yo tenga la fuerza y el coraje de decir: ¡Gracias, Padre, Señor Rey del Universo por esta lección!
¡Que así sea!


jueves, 16 de noviembre de 2017

10 de mayo Gloria



Una noche de abril, a través del amor, la naturaleza me puso en el vientre de una mujer.

 Durante nueve meses estuvimos juntos, como un presagio de que toda la vida así habría de ser. Al momento de nacer me abrazo, así, me dio su calor  y protección.  

A pesar de ser  el hijo número cinco siempre tuvo tiempo para mí.


 Muchas mujeres  en su afán por salir adelante se esfuerzan y dan todo por sus hijos, así que, nací en un mercado, literalmente en la calle, pues había mas bocas que alimentar. El mercado es un lugar poco común para una madre y sus hijos, una caja de madera fue mi cuna, una coladera mi baño.  Entre jitomates, cebollas, limones y marchantas aprendí a dar mis primeros pasos; siempre con mi madre al pendiente de mi. 

Como toda madre procuró que mi niñez fuera sana, me llevo a poner mis vacunas y en cualquier enfermedad estuvo a mi lado. A pesar de que un mercado es a veces un lugar  insalubre,  yo, siempre estuve muy limpio.

Cuando llegó el momento, caminamos juntos de la mano a la escuela, con una bolsa de mandado como mochila y una torta de frijoles envuelta en papel estraza, mi madre me dio su bendición y así comencé a estudiar.

Al ser mi madre una mujer trabajadora de tiempo completo, esto nos unió más, levantarnos a las 4.00 am. para ir a surtir las mercancías es algo que nunca he de olvidar;

Una mujer y un niño de 4 años caminando en la oscuridad de la noche por las calles solitarias de la merced.

Nunca tuve  miedo o incertidumbre pues, su cálida mano me sujetaba con firmeza, hoy se lo peligroso que la zona de la merced; prostitución, bares, asaltos y homicidios son el pan de todos los días, en fin, siempre mi madre permaneció a mi lado, aunque quizás yo no, es decir, los hijos a veces somos ingratos.

Por momentos olvidamos que esa maravillosa mujer ha estado en todo momento con nosotros, aun así, se que todas las noches siempre rezó por mí.

En su cuerpo llevo las marcas de lo difícil que fue sido su vida, cesáreas, una cicatriz de apendicitis, invasión en su cuerpo por cáncer, piedras en los riñones, en fin…

“A veces me pregunto ¿Cómo soporto tanto dolor?”

Hace unos cuatro años resbalo al tratar de subir una banqueta, como resultado, los huesos de su mano se hicieron pedazos, otra vez la vi en una plancha de cirugía, otra vez la habrían de operar, solo que esta ocasión, la vi diferente, la vi cansada, vi como el tiempo pasa y ha cobrado su factura, ya no era esa mujer de antes y creo que ella también se dio cuenta. Ella de verdad lo sabia, allí sentada en una plancha de hospital con la bata azul tradicional y ese silencio sepulcral que en un quirófano hay,  con su mirada perdida en el suelo, trataba de aceptar que es tiempo de frenar, trato de aceptar que es tiempo de descansar, la vida de mi madre fue siempre un torbellino, desde ese dia todo fue diferente pues las fuerzas se agotaron, ese momento ella tuvo que aceptar que la vejez llego,  fue difícil, sin embargo, esa es la ley de la vida,tuvo que renunciar a la única forma de vivir  que conocía, así que fue duro decirle adiós al mercado.

Nunca más escuchare es pregón que la caracterizaba;

¡Que va a llevar, señoraaaaa!

Nunca más.

Dios nos bendice y  pone a un gran ser a nuestro lado, para que nos guie y nos lleve de la mano por la vida.

Ella,  con amor aceptó el trabajo de ser madre,  se que todas las mujeres que tienen la dicha de serlo, saben a lo que me refiero.

La vida me dio por partida doble me dio dos grandes mujeres para que me llevaran de la mano por el camino de la vida, mi abuelita Teodora, que me crió y mi madre, Gloria Cisneros Moreno quien me dio la vida. 


Mi madre siempre tuvo un decir:

En vida hermanoen vida

Siempre a mi modo, le hice saber a mi madre que en cada latir de mi corazón hubo gratitud infinita por hacer de mi un hombre de bien...

Mi madre fue internada a consecuencia de un coma hepático e ingreso a un hospital,  permaneció allí durante 10 días.

Fue muy difícil verle allí, hospitalizada una vez más...

Llegue como a las 11pm. no había ya visitas, pero debido a la gravedad se me permitió ingresar. El hospital parecía un laberinto, o quizás solo fue mi imaginación pues solo quería llegar pronto a verla.  Al llegar, mi madre estaba acostada una vez mas en una cama fria de hospital, era un cuadro desolador, estaba muy demacrada, estaba dormida, tome su mano y la acaricie, en el pasado, siempre que veía a mi madre alborotaba su cabello a manera de juego, esa ocasión también lo hice, fue así que ella abrió sus ojos y aun con tanto dolor trato de sonreír…le dije  que no se esforzara, me acerque a su oído y le hable en vos baja,  le pedí un minuto, le suplique  60 segundos de su atención pues sabia que sus segundos se le agotaban, ella asintio con su cabeza, en ese lapso tan corto pero tan grande para mi  recordamos una anécdota juntos, una vivencia que siempre recordábamos y nos hacia reír y disfrutar, al final, rezamos nos tomamos de la mano y ella, cerro sus ojos…

Su fortaleza la hizo salir adelante y el cuerpo médico del hospital la dio de alta el sábado 4 de Noviembre de 2017.

Mi familia fue de visita a su casa el domingo 5, por la noche me comentaron el milagro de la vida pues es increíble cómo se recupero y como su deseo de vivir era visible.

Pensé in a visitarle en cuanto me fuera posible, aveces pienso en la paradoja;

 "Vivimos para trabajar o trabajamos para vivir"

Una llamada a las 3am. del martes 7 de noviembre de 2017 me hizo saber de su partida al más allá…

El sobresalto en la madrugada me tomo por sorpresa. quise volar en ese momento, la distancia en la obscuridad parecia una novela, los recuerdos se agolpan y tratamos de asimilar la realidad, llegue a su casa antes que el sol saliera mi hermana me dijo que estaba en su habitacion,  ella, aun estaba en su cama, entre rápidamente la vi y volví a alborotar su cabello por última vez, con mi mano cerré sus ojos, bese su frente, puse una rodilla al suelo y le dije por siempre adiós.

Viví lo que muchos han vivido y lo que muchos han de vivir.

 Bebí el trago que otros han bebido y que otros han de beber.

Durante su sepelio se hizo su voluntad, se le dio sepultura digna de una reina, como ella lo fue.

El servicio funerario dio inicio, su cuerpo descendió y se cumplió con la ley de la vida polvo somos y polvo nos convertiremos.

Alli, en su  su última morada, a mi manera, agradecí a los presentes su compañía, afecto y cariño a mi madre, mis hermanos a su modo hicieron lo mismo.

En vida, como ella decía, le rendí tributo a su esfuerzo y abnegación por mí.


Es en vida cuando le tenemos que hacer saber  lo que queremos y le decimos lo que por ella sentimos.

Es en vida cuando un abrazo nos reconforta.


Es en vida cuando podemos apreciar la belleza de una flor y disfrutamos de su aroma. 


Hoy dejo aquí mi eterna gratitud, mi amor y cariño por Gloria Cisneros Moreno...

“Mi Madre”

Cada 10 de Mayo algunos recordaran a su madre que ya se fue y visitaran su tumba pues los ángeles tarde o temprano se tienen que reunir con dios.


Hoy que estamos vivos, aquellos que gozan la compañía de esa gran mujer,  disfruten de esa aquella que nos regalo la vida.

Nuestra madre.

En memoria de Gloria Cisneros Moreno. q.e.p.d.




martes, 19 de septiembre de 2017

1985 7:19 ¿El ultimo temblor?

Desde que tengo uso de razón amanecía caminando de la mano de mi abuelita Teodora por las calles de La Merced.
Después de comprar las mercancías y ponerlas en una camioneta teníamos un ritual qué consistía en ir a desayunar. Mi abuelita y yo disfrutábamos mucho desayunar con un hombre que le decían el chino, el era un señor regordete, güero,  con grandes chinos y de estatura media. Su negocio estaba en la privada de General Anaya esquina con circunvalación, allí en esa esquina al pie de un edificio tenía sus cazuelas todas ellas con comida, además en un brasero una gran olla con café y en un comal freía tamales.
Aquella mañana del 19 de septiembre de 1985 estábamos desayunando como siempre, todos los que allí estábamos sentimos algo similar a un fuerte mareo sin saberlo, un temblor dio inició. Mi abuelita con gran incertidumbre tomo mi mano, asustados retrocedimos hacia atrás, las aglomeraciones eran muy visibles, los autos ya se habían detenido, la avenida estaba llena (de personas y autos) de pronto ese mareo se detuvo y comenzó otro movimiento muy extraño como si al suelo le estuvieran pegando, era una vibración que sólo se puede describir como cuando una piedra entra violentamente al agua y todo brinca, se cayeron las cazuelas con la comida, se volteó el brasero con el aceite y se empezó a escuchar cómo se crujía el edificio, juntos de la mano mi abuelita y yo corrimos tratando de ponernos a salvo, de hecho el caos era general todos querían ponerse a salvo.
En la esquina de General Anaya y circunvalación había una tienda de zapatos, la Canadá, ahí dimos vuelta en medio del caos pues ese movimiento trepidatorio aún no cesaba, allí en medio de la calle había muchos hombres que transportaban las mercancías, así pues toda la gente se amontonó mientras la vibración no cesaba, empezamos a ver cómo se desmoronaron por completo muchos edificios, como pasa en las películas con trama apocalíptica, la nube de polvo nos envolvió a todos y se volvió muy difícil respirar, de pronto sentí como mi abuelita se iba un hoyo, lo que pasó fue que se abrió una gran grieta a mitad de la calle, yo alcancé a brincar y la logre esquivar, pero ella y muchos más se fueron hacia dentro, todo era caos y gritos, con tanto polvo no se podía ver nada y aunque ya había dejado de temblar el caos apenas comenzaría.
Mi abuelita me gritaba y para ser sinceros yo también le gritaba ella, me limpié los ojos, pues tenía mucha tierra en ellos, me asomé al gran agujero y entre tanta gente pude distinguir a mi abuelita abajo de un diablo, una especia de carretilla metálica muy grande usada para mover mercancía, me estire lo más que pude y la jalé, al hacerlo, obviamente se raspó mucho su cara pero logré sacarla de allí, cuando estuvo afuera vi que mucha sangre emanaba de su cabeza y escurría por obviamente su cara, con desesperación ella me dijo; 
-- Vamos por el chino, vamos a ver si está el chino.
Caminamos hacia Circunvalación y regresamos a la privada de General Anaya, que relativamente estaba a unos metros, pero por tanto polvo no se veía nada, al llegar ahí ya no estaba el edificio, se había desmoronado, con horror vimos que ya no había nada.
En toda la Avenida Circunvalación la circulación de vehículos estaba detenida, el polvo y los escombros por todos lados era lo único que se distinguía. Acompañados de la mano del caos comenzamos a caminar hacia Mixcalco para tratar de llegar a la terminal de camiones en San Lázaro, allí abordábamos el autobús que usualmente nos traía de vuelta a casa.  Al llegar a Mixcalco supimos que había desmoronado un edificio  donde había  muchas señoras que se dedicaban a la costura y confección ropa, ellas estaban encerradas, no tuvieron la menor oportunidad de escapar, sin embargo, había mucha gente viva adentro en medio de los escombros, se escuchaban sus gritos y lamentos era desgarrador como pedían ayuda, nunca lo olvidaré, a pesar que había muchas personas ahí tratando de ayudar todo era inútil, eran toneladas de escombros, eran toneladas de dolor.
No había paso hacia dónde abordaríamos nuestro autobús y caminamos en dirección hacia el eje central, por todo el camino se escuchaban lamentos y había mucho polvo, como pudimos llegamos a el Zócalo, alcé, mi vista y mire  la magna bandera, esta,  no se movía, como si supiera del dolor humano que en esos momentos México  vivía, seguimos caminando y llegamos a la torre latinoamericana, allí el panorama era peor pues una nube de polvo gigantesca y más densa cubría todo.
 No habían pasado ni 60 minutos y todo era destrucción.
 Inmóviles sobre el eje central nos desorientamos por unos instantes, al reconocer nuestro camino avanzamos lentamente.
 Siempre mi abuelita era la que me guiaba, ese día por el caos ahora era yo quien casi la jalaba.
 Transitando de frente sabía que pasaríamos por Garibaldi y llegaríamos a Tlaltelolco, durante esa caminata los minutos fueron eternos. Pasó mucho tiempo pero al fin llegamos a esos conjuntos habitacionales, a lo lejos distinguí que también había otra gran nube de polvo y faltaba un edificio, sé que mi abuelita también se dio cuenta;
 “Veníamos demasiado impactados y por alguna razón ya no hablábamos entre nosotros.”
Las ambulancias, patrullas y sirenas se escuchaban por todos lados, los gritos y los lamentos es algo que jamás olvidaré...
Llegamos a nuestro destino como a las 3 de la tarde.
Durante las horas de la tarde comenzó una gran labor de todos los mexicanos, a pesar de que toda la información transcurrió por todas las estaciones radio pues la televisión se vio gravemente afectada, la gente se organizó rápidamente, taxistas, la clase trabajadora, amas de casa niños, jóvenes, ancianos, es decir todo México se unió, en solo  unas horas se gesto una cara desconocida por el mundo, una faceta que hoy nos caracteriza, ese día a las 7.19 a.m. nació en el corazón de cada mexicano la SOLIDARIDAD.
Las filas de personas con botes que querían mover escombros, los hombres que se despedían de sus familias y se trasladaban al D.F. con una pala o quizás un pico, los dueños de camiones de volteo haciendo fila para transportar escombros, las abuelitas que llevaban tortas y café a los trabajadores, los hombres que sin saberlo trascenderían con el nombre de “Topos”, tantas cosas que vi y que hoy al recordarlas a pesar de tantas décadas aun  me hacen estremecer de dolor, esas escenas están vivas en mi mente y hacen que mis ojos se nublen con lagrimas de nostalgia
Desinteresadamente  ante el dolor ajeno simplemente  se olvido la indiferencia, se  olvidaron las clases sociales, no había ricos, no había pobres, no había día, ni había noche, solo había Mexicanos tomados de la mano y unidos entre sí.
Los mexicanos con todo el amor más puro y limpio de nuestros corazones  dimos otro significado a la palabra;
“SOLIDARIDAD”
Sé que los daños materiales resultaron incalculables, las pérdidas humanas fueron demasiadas y el dolor aun es infinito.
También sé que verdaderamente hubo milagros, pues rescataron de los escombros  a unos niños recién nacidos muchos días después del terremoto.
A partir de entonces, ante cualquier desastre,  los mexicanos desinteresadamente nos tomamos de la mano, de inmediato activamos la "SOLIDARIDAD".
Desde ese día los mexicanos sabemos que si estamos unidos podemos lograr CUALQUIER COSA.
Los mexicanos sabemos que algunas veces el dolor es muy grande, pero nosotros somos más.
Hoy  mundo sabe que si hay un hermano caído, los mexicanos le vamos a ofrecer ayuda para continuar, continuar juntos, mano a mano, hombro con hombro para así poder siempre salir adelante.
A partir de ese día, 19 de Septiembre de 1985 a las 7:19 am. Los mexicanos somos solidarios.
Tiempo después la cultura antidesastre de la mano de la tecnología dio paso a una “Alarma sísmica” un sonido que en teoría nos alerta y nos da 60 segundos para ponernos a salvo.
Sé que este no fue el último temblor que he de vivir, pero, pase lo que pase, los mexicanos siempre estaremos de pie, estaremos siempre listos para demostrar, una vez más,  nuestra SOLIDARIDAD.

Hay algo que algunas veces no me deja dormir, algo me dice que en cualquier momento volverá a temblar.



domingo, 19 de junio de 2016

El Amenaza



El amenaza.


Un  mercado de abasto popular es bullicio las 24 horas, allí él es ambiente alegre e  informal. Hombres y mujeres, ya sean dueños o empleados  son la cara de un negocio, es decir, son el sello que les distingue. Cada local  en particular resulta ser  único en su género así pues  cada cliente siempre tiene su puesto preferido para realizar más a gusto sus compras.

Cada ser humano que allí trabaja  deja su vida en el mercado y casi nunca se conoce su nombre mayormente sólo se les conoce por su sobrenombre o apodo.

En el mercado hay alegría, solidaridad, compañerismo y por alguna extraña razón el sobrenombre  da  estatus sobre los que no tienen uno, no se trata de molestar ni de lo que hoy se le llama bullying, más bien es cuestión de jerarquía, si no tienes apodo simplemente nunca exististe en el mercado.

Hay apodos que resultan obvios pues las características físicas de las personas hacen  que les venga como anillo al dedo; el chita, el mil amores, el marciano, el tarzan, el loco, el llora-mugre… Hay otros sobrenombres de los cuales hay toda una historia de tras de sí.

Hoy quiero contar la historia de Jesús, un hombre que en el mercado de Tlalnepantla se le conoce como:
“El amenaza”

Nació en el año de 1946 fue el quinto de una prole de 8 hermanos, hijo de segunda generación de comerciantes del mercado, esa fue la razón que siguiera los pasos de sus padres y se dedicara en cuerpo y alma a trabajar allí.

En su juventud, en compañía  de sus amigos, disfrutaba del esparcimiento que da un gimnasio, así pues, además del levantamiento de pesas tomaban clases de box y lucha grecorromana.

Jesús  y sus amigos asistían a una arena de box y lucha libre, que estaba a unas cuadras del mercado, después de una semana de trabajo acudir a disfrutar de una función de lucha libre era relajante y des estresante. En un programa clásico se podía  ver al Santo, al Cavernario, Mil mascaras, Blue demon, a Ray Mendoza y muchas otras estrellas de la lucha libre mexicana  y esto era toda una gran atracción. 

Cuentan  que en una ocasión durante una función faltaron algunos luchadores, el promotor no sabía qué hacer pues como siempre la función debe continuar. Él sabía que Jesús y sus amigos entrenaban lucha grecorromana y box… la arena llena… las personas en efervescencia y el compromiso por cumplir….

 No tuvo más opción que  ofrecerles  que lucharan  a cambio de una remuneración económica,  ellos aceptaron. A Jesús se le ocurrió luchar ataviado  con una mascar roja. Una máscara roja y sencilla que marcaria su vida, simplemente se le ocurrió que lo anunciaran como:
“El amenaza roja”

Esa noche su debut fue un éxito así que el promotor les ofreció una pequeña gira misma que aceptaron. Esa breve temporada culmino con el que  sería su apodo en el  mercado y por el cual siempre será recordado.

Como comerciante, El amenaza siempre marcaba el paso,  se anticipaba y siempre tenía las mejores mercancías y novedades.

Su familia siempre era el modelo a seguir.
Durante mi niñez, recuerdo haber  caminado con él, tomados de la mano, a donde quiera que íbamos, todas las personas le saludaban…
---Amenaza buenos días.
--- Amenaza buenas tardes.
---Amenaza buenas noches.

Para ser sinceros no pasamos mucho tiempo juntos sin embargo a su lado siempre  me sentí protegido, tranquilo y seguro.

En algún momento dedicó su vida a una actividad absolutamente diferente:
La cocina.

No sé cómo ni cuándo aprendió a cocinar, el hecho es que con algún dinero y mucho entusiasmo abrió un lugar donde vendía comida y como siempre tuvo mucho  éxito.  
Su ímpetu y creatividad   no tenían limite así que  para saciar esa sed de crecer en 1980, se inscribió en  una escuela de gastronomía. Recuerdo muy bien que se llama CAPIH (Centro de Capacitación Para la Industria Hotelera) ese fue otro  gran acierto en su vida. Esta actividad le dio grandes logros, para él fue fácil con esta herramienta abrirse paso en la vida, tocó puertas y supo colocarse en un lugar privilegiado; de pronto estaba realizando banquetes  y cenas de gala para el H. Ayuntamiento de Tlalnepantla  de Baz. Recuerdo que en una cena especial en honor del embajador de Hungría sirvió platillos de su creación; Codorniz en su nido, Cordon blue, y como plato especial con canapes formó la bandera de Hungría. En algún momento el embajador solicito al chef para expresarle su agradecimiento, El amenaza  me tomo de la  mano, fuimos a su mesa y le felicito ampliamente por su creatividad, talento, y desde luego por su amor a la familia…

Una tarde mientras se hacía limpieza en su negocio de comida, de pronto, llegó un hombre, bajo el brazo  traía un escrito del H. Ayuntamiento, preguntó por el dueño, El amenaza se identificó, aquel hombre entregó un documento en el cual, para un cierre de campaña política en Toluca le pedían 15,000 Lunches….

Cada  lunch debería ser  así:  dentro de una bolsa de plástico habría  una torta, un huevo cocido, un jugo tetrapak, una naranja y un dulce… El amenaza  aceptó el reto, solo tenía  12 horas para entregar aquel enorme pedido. De pronto, muchas camionetas comenzaron a llegar con la materia prima a utilizar: el pan, cajas de huevo, muchos costales de naranjas, una cantidad impresionante de jamón, así como de todos los ingredientes… Empezaron a llegar personas y las coordinó de una manera que parecía una maquinaria perfecta, en fin, ese trabajo se entregó a tiempo.

Para él nunca hubo imposibles.

Hoy muchos años después, todo es diferente la vida ha pasado y sus secuelas naturales son evidentes pues los años no pasan en vano. Su andar es lento y sus movimientos son tan diferentes a los que un día vi.

Hoy sé que el tiempo no perdona.


Yo soy un hombre maduro, soy padre de familia y algún día alguno de mis hijos o nietos contará  y quizás escribirá mi historia, ellos me juzgarán por mis actos, ellos serán mi juez.
En algún momento cada  padre es juzgado por su dureza, por ser implacable, por no tener corazón…

Algunas veces los hijos somos ingratos, no reconocemos ni agradecemos al hombre que nos llevo de la mano y con su ejemplo nos enseño a vivir.

Esta es la razón por la que cuento esta historia.  Yo sé que mi Padre tiene mucha sabiduría, cariño, comprensión, coraje y desde luego mucho corazón.

Mi padre es El amenaza.

 El Amenaza,  como todo luchador sabe que la lucha no termina hasta que la campana suena o se termia el último round. 

  Al mirar sus ojos cansados veo determinación, veo ganas de vivir. Todos los días se levanta temprano, sale a vender, se va a algún tianguis, se va a hacer lo que mejor sabe hacer, “vender”. No tiene pensión alguna, hoy vive al día,  sin embargo, él, como todo un hombre abraza su destino y lo vive con DIGNIDAD Y ORGULLO,

Sé que mi Padre jamás se rendirá.

Sé que mi padre  se irá cuando en su lucha la última campana suene y la muerte se lo lleve.

 La tercera caída aun está por iniciar.

  El Amenaza dejará su vida, su sabiduría y todo su amor en el ring de la vida.

Ojala un día yo también sea tan grande como  Jesús Santillán López.
El Amenaza roja.
Mi padre.