martes, 24 de julio de 2012

Las golondrinas.



¡Damos por clausurado el ciclo escolar 1978-1979, que pasen unas felices vacaciones, hasta pronto! --se escucho a través de los altavoces de la escuela primaria Belisario Dominguez. 

Las puertas de la escuela se abrieron de par en par. 
Había tantas personas que en un momento era imposible salir.

Al fondo  se escuchaban “Las golondrinas”.

Los alumnos rompimos las filas, de pronto todo era un caos, con la mirada busque a mi hermano Gerardo, cuando lo vi,corrí hacia el y lo tome de la mano.

Solos y en silencio a pesar de la muchedumbre,  nos dirigimos a casa.

Durante en el camino vimos a muchas familias, estas se veían contentas. Los padres felicitaban a sus hijos, todos sonreían, en algunos momentos  el padre orgulloso observaba las boletas de calificaciones con una gran sonrisa en su rostro, mientras la madre abrasaba efusivamente a sus hijos. Todos caminaban tomados de las manos.

 Eran muchas familias.

Mi hermano  también se dio cuenta de “esa situación” y me pregunto:

--¿Por qué no vino mi mama?--

  Encogí los hombros mientras mis labios hicieron un arco hacia abajo, nos miramos a los ojos, me quede callado y apreté su mano.

Al llegar a casa, como siempre salte la barda y abrí la puerta. Decidimos ver la televisión toda la tarde. 

Como siempre solos, juntos y abrazados.

El sueño venció a mi compañero, mientras tanto,  (yo) no dejaba de pensar en esa ceremonia.

“ Yo tenía 8 años y desde muy temprana edad he tenido conciencia de muchas cosas, es decir, no vivía mucho de fantasías y sueños, me daba cuenta fácilmente de las realidades, así que,  comencé  mentalmente a analizar como habia  transcurrido  la ceremonia; bailes, tablas rítmicas, poesías y en algún momento anunciaron la entrega de diplomas.

La voz oficial del evento era  la maestra Sandra , esta, en algun momento, comenzó a nombrar  a diferentes alumnos,  mismos que se acercaban a el podio y recibían el prometido reconocimiento. Yo siempre fui de muy buenas calificaciones,  y por alguna razón, estaba seguro de que recibiría alguno de esos diplomas, pues simplemente era superior en conocimientos a cualquiera de mis compañeros. Cuando llego el turno del cuarto grado mi corazón comenzó a latir aceleradamente…

-- El tercer lugar es para Federico García Hernández—

Federico  mi compañero, salió de entre la fila, rápidamente corrió a recibir su diploma, ágil cual ardilla, sumamente alegre, su uniforme lucia impecable, sus zapatos relucientes y su cabello bien peinado… yo atónito, mire mis zapatos, estaban muy sucios, vi mi uniforme arrugado y roto pues  estaba en pésimas condiciones, de hecho ni siquiera me había peinado, mucho menos bañado, así con esos nervios y de pie en la formación, comencé a apretar mis manos mientras frotaba mis zapatos en la parte trasera del pantalón, sin darme cuenta todo termino y  mi nombre nunca se escucho por los altavoces.

 Eso además de tristeza me dejo perplejo.

Allí sentados “observando el televisor” mi hermano Gerardo continuo dormido y yo absorto, asi transcurrió aquella la tarde. 

Al llegar nuestros padres, como si estuviéramos de acuerdo,  corrimos a enseñarles  nuestras boletas de calificaciones, para nuestra decepción,  ellos, solo de reojo las vieron, cenaron y se fueron adormir.

Nosotros vivíamos del comercio y eso era motivo de que regresaran (nuestros papas) sumamente  cansados y muy tarde. En ese tiempo vivíamos en una colonia nueva, Izcalli Del Valle, un suburbio  lejos de la zona de trabajo, así que a juicio de los padres fue mejor dejarnos solos en casa y cerca de la escuela, para nosotros  fue:

Estar solos en casa y lejos de la familia.

Izcalli del valle en Tultitlan Estado de México, fue uno de los primeros fraccionamientos diseñados especialmente para los trabajadores, al ser casas de interés social se descontaba una pequeña parte del salario del trabajador y así facilmente tener un patrimonio. Los beneficiarios de este programa inicialmente fueron trabajadores de confianza y obreros;  Ford motor compani, altos hornos de México, Volkswagen , bacardi y cia,  compañía de luz y fuerza, es decir únicamente clase media con ingresos fijos. La casa era de mi tía Marina que trabajaba en la Ford, al ser ella soltera pensó en mi Madre, así que ella pago las mensualidades y creo su patrimonio y un hogar para nosotros.

Las casas eran muy grandes (comparadas con las de ahora) tres recamaras, sala-comedor, cocina, baño, zotehuela,  un gran patio y jardín, no había bardas que dividieran los predios y de la banqueta a la puerta de cada casa, unas piedras marcaban el camino a seguir, que dicho sea de paso todos respetaban.

Así, en ese escenario, daría inicio  este verano, el verano del año  1977.

 En este “nuevo estilo de vida” solo el padre salía muy temprano de su hogar, asi a las  a 6.30 am ya no había ni un solo papa en casa. 

En cada hogar  la familia completa dormía hasta muy tarde,  era lógico.

 ¿Para qué levantarse sin no hay nada que hacer?

Eran tiempos muy holgados, despreocupados y además vacaciones.

Más o menos a las 14.00 pm   se asomaban los primeros niños, aun con chinguinas en los ojos…

 Toc, toc, toc  -- Señora  ¿deja salir a jugar a miguel?—  insistía un niño en una puerta.

Así, poco a poco, la calle se inundaba de niños y de los juegos clásicos en los cuales la imaginación era el principal motor de la diversión. Las niñas saltando la cuerda, jugaban al resorte, los niños jugando canicas, algunos futbol, mas tarde se unían todos; era tiempo de la máxima diversión con juegos que involucraban desde el más pequeño al más grande, las escondidas, la rueda de san miguel, los pajaritos, las coleadas, boli-bol, los encantados, el avión, la guerra, los ollitos, cuando estábamos cansados, corríamos a tomar agua de la llave, de cualquier patio, pues los dueños de las casas te lo permitían, como a las 9 o 10pm.  Se comenzaban a retirar los niños, papá había llegado y  a un grito de su madre, uno a uno, regresaban a su hogar y después de  cenar se iban a dormir.

En  la televisión no había nada de basura, el pájaro loco, las fantasías animadas de ayer y hoy, el conejo de la suerte, Popeye, porqui, speddy González, y como no mencionar las series infantiles; Remi y Heidi. Desde luego no había domingo sin chabelo.

Así fueron esos días de verano, todos en aquella cuadra de ese suburbio nos volvimos una gran familia, éramos como 30 niños de 6 hasta 11 años, corríamos libres sin miedos, pues no había pandillas ni drogas. Las calles eran todas nuestras, había muy pocos coches, vivíamos sin discriminación alguna y sabíamos el significado de lo que es el compañerismo, hermandad y amistad.

 Sin internet, computadoras, consolas de juegos ni teléfonos celulares, fuimos inmensamente felices ese verano de 1978.

Las cuerdas de saltar, las canicas y las pelotas regresaron a su lugar.

EL regreso a clases fue inminente.

 Sin darnos cuenta poco a poco fuimos creciendo.

 Pasaron algunos veranos más.

Un día fue mi turno y llego la  salida del sexto grado.

Después de una misa de acción de gracias regresamos a la escuela. Hubo  una ceremonia muy emotiva, no había dinero para un traje, así que  solo me compraron  un pantalón negro  y una  camisa blanca. Todos los alumnos de sexto grado bailamos algo que pretendió  ser un vals, al ritmo de la canción “Se busca”, por cierto muy accidentado, mas de 200 niñ@s en un pequeño patio es un verdadero desastre, además de un fotógrafo que se cruzaba todo el tiempo. Después de la entrega de diplomas y reconocimientos, hubo una breve pausa, anunciaron la clausura del ciclo escolar y  se escucharon por los altavoces “Las golondrinas”
Por alguna razón nos comenzamos a abrasar  y a llorar, de alguna manera nos dimos cuenta que no regresaríamos mas a esa escuela, que por seis años fue nuestro hogar. Nos dimos cuenta que dejábamos una parte de nuestra vida en esos salones, dejábamos risas  y alegrías en el patio, como las golondrinas, teníamos que volar, el camino apenas comenzaba, era la primera vez que nos desprenderíamos de nuestra segunda familia, los amigos de la niñez.

Hoy en Izcalli del valle, todas las cosas son diferentes, las casas tienen fachadas distintas, muchos comercios, vehículos por todos lados, hay muchos grafitis y el entorno está sucio de tanta propaganda electoral que nunca borraron.  

De mis amigos, ninguno vive allí,  incluso dos de ellos ya fallecieron,  a manos de la delincuencia organizada.

Todos como las golondrinas volaron y construyeron su propio nido.

Supe que alguno de ellos es abogado, otro es chofer de microbús, alguno mas es mecánico, las niñas ahora son secretarias, empresarias,  amas de casa,  en fin, todos se casaron y tienen sus familias, sin embargo todos tenemos algo en común; trabajamos para hacer de este México un mejor país.

El ser humano, por naturaleza busca independizarse, inicia su propia aventura, aunque al hacerlo tenga  que dejar parte de su vida en algún lugar.

Las golondrinas en invierno buscan lugares más cálidos para vivir, ahora se a donde van las golondrinas.

Para nuestro invierno, los humanos, procuramos un cálido hogar.

 Por cierto, nunca he recibido  diploma alguno…  con las  satisfacciones que la vida me ha dado, no lo necesito.

Mujeres y  hombres, alguna vez en la vida extendemos nuestras  alas, descubrimos que somos libres, abandonamos el nido  y nos atrevemos a vivir.

 Por cierto mi hermano Gerardo tambien vivio a su modo las "golondrinas" pero. esa es otra historia...