¡Damos por clausurado el ciclo escolar 1978-1979, que pasen unas felices
vacaciones, hasta pronto! --se escucho a través de los
altavoces de la escuela primaria Belisario Dominguez.
Las
puertas de la escuela se abrieron de par en par.
Había tantas personas que en un momento era imposible salir.
Había tantas personas que en un momento era imposible salir.
Al
fondo se escuchaban “Las golondrinas”.
Los
alumnos rompimos las filas, de pronto todo era un caos, con la mirada busque a
mi hermano Gerardo, cuando lo vi,corrí hacia el y lo tome de la mano.
Solos y en silencio a pesar de la muchedumbre, nos dirigimos a casa.
Solos y en silencio a pesar de la muchedumbre, nos dirigimos a casa.
Durante en
el camino vimos a muchas familias, estas se veían contentas. Los padres felicitaban a sus hijos,
todos sonreían, en algunos momentos el padre orgulloso observaba las boletas de calificaciones con una gran sonrisa en su rostro, mientras la madre
abrasaba efusivamente a sus hijos. Todos caminaban tomados de las manos.
Eran muchas familias.
Mi hermano también se dio cuenta de “esa situación” y me pregunto:
Eran muchas familias.
Mi hermano también se dio cuenta de “esa situación” y me pregunto:
--¿Por qué no vino mi
mama?--
Encogí los hombros mientras mis labios
hicieron un arco hacia abajo, nos miramos a los ojos, me quede callado y apreté
su mano.
Al
llegar a casa, como siempre salte la barda y abrí la puerta. Decidimos ver la
televisión toda la tarde.
Como siempre solos, juntos y abrazados.
El sueño venció a mi compañero, mientras tanto, (yo) no dejaba de pensar en esa ceremonia.
Como siempre solos, juntos y abrazados.
El sueño venció a mi compañero, mientras tanto, (yo) no dejaba de pensar en esa ceremonia.
“ Yo
tenía 8 años y desde muy temprana edad he tenido conciencia de muchas cosas, es
decir, no vivía mucho de fantasías y sueños, me daba cuenta fácilmente de las
realidades, así que, comencé
mentalmente a analizar como habia transcurrido la
ceremonia; bailes, tablas rítmicas, poesías y en algún momento anunciaron la
entrega de diplomas.
La
voz oficial del evento era la maestra Sandra , esta, en algun momento, comenzó a
nombrar a diferentes alumnos, mismos que se acercaban a el podio y recibían
el prometido reconocimiento. Yo siempre fui de muy buenas calificaciones,
y por alguna razón, estaba seguro de que recibiría alguno de esos diplomas, pues simplemente era superior en conocimientos a cualquiera de mis compañeros. Cuando llego el turno del cuarto grado mi corazón comenzó a latir
aceleradamente…
-- El tercer lugar es
para Federico García Hernández—
Federico
mi compañero, salió de entre la fila, rápidamente corrió a recibir su
diploma, ágil cual ardilla, sumamente alegre, su uniforme lucia impecable, sus
zapatos relucientes y su cabello bien peinado… yo atónito, mire mis zapatos,
estaban muy sucios, vi mi uniforme arrugado y roto pues estaba en pésimas
condiciones, de hecho ni siquiera me había peinado, mucho menos bañado, así con
esos nervios y de pie en la formación, comencé a apretar mis manos mientras frotaba mis zapatos en la parte trasera del pantalón, sin darme
cuenta todo termino y mi nombre nunca se escucho por los altavoces.
Eso además de tristeza me dejo perplejo.
Eso además de tristeza me dejo perplejo.
Allí
sentados “observando el televisor” mi hermano Gerardo continuo dormido y yo absorto, asi transcurrió aquella la tarde.
Al llegar nuestros padres, como si estuviéramos de acuerdo, corrimos a enseñarles nuestras boletas de calificaciones, para nuestra decepción, ellos, solo de reojo las vieron, cenaron y se fueron adormir.
Al llegar nuestros padres, como si estuviéramos de acuerdo, corrimos a enseñarles nuestras boletas de calificaciones, para nuestra decepción, ellos, solo de reojo las vieron, cenaron y se fueron adormir.
Nosotros
vivíamos del comercio y eso era motivo de que regresaran (nuestros papas) sumamente cansados
y muy tarde. En ese tiempo vivíamos en una colonia nueva, Izcalli Del Valle, un
suburbio lejos de la zona de trabajo, así que a juicio de los padres fue
mejor dejarnos solos en casa y cerca de la escuela, para nosotros fue:
Estar solos en casa y
lejos de la familia.
Izcalli
del valle en Tultitlan Estado de México, fue uno de los primeros
fraccionamientos diseñados especialmente para los trabajadores, al ser casas de
interés social se descontaba una pequeña parte del salario del trabajador y así facilmente tener un patrimonio. Los beneficiarios de este programa inicialmente
fueron trabajadores de confianza y obreros; Ford motor compani, altos
hornos de México, Volkswagen , bacardi y cia,
compañía de luz y fuerza, es decir únicamente clase media con ingresos
fijos. La casa era de mi tía Marina que trabajaba en la Ford, al ser ella
soltera pensó en mi Madre, así que ella pago las mensualidades y creo su patrimonio y un hogar para nosotros.
Las
casas eran muy grandes (comparadas con las de ahora) tres recamaras,
sala-comedor, cocina, baño, zotehuela, un gran patio y jardín, no había
bardas que dividieran los predios y de la banqueta a la puerta de cada casa,
unas piedras marcaban el camino a seguir, que dicho sea de paso todos
respetaban.
Así, en ese escenario, daría inicio este verano, el verano del año 1977.
En este “nuevo estilo de vida” solo el padre salía muy temprano de su hogar, asi a las a 6.30 am ya no había ni un solo papa en casa.
En cada hogar la familia completa dormía hasta muy tarde, era lógico.
¿Para
qué levantarse sin no hay nada que hacer?
Eran
tiempos muy holgados, despreocupados y además vacaciones.
Más
o menos a las 14.00 pm se asomaban los primeros niños, aun con
chinguinas en los ojos…
Toc,
toc, toc -- Señora ¿deja salir a jugar a miguel?— insistía un
niño en una puerta.
Así,
poco a poco, la calle se inundaba de niños y de los juegos clásicos en los
cuales la imaginación era el principal motor de la diversión. Las niñas
saltando la cuerda, jugaban al resorte, los niños jugando canicas, algunos
futbol, mas tarde se unían todos; era tiempo de la máxima diversión con juegos
que involucraban desde el más pequeño al más grande, las escondidas, la rueda
de san miguel, los pajaritos, las coleadas, boli-bol, los encantados, el avión,
la guerra, los ollitos, cuando estábamos cansados, corríamos a tomar agua de la
llave, de cualquier patio, pues los dueños de las casas te lo permitían, como a
las 9 o 10pm. Se comenzaban a retirar los niños, papá había llegado y a un grito de su madre, uno a uno, regresaban
a su hogar y después de cenar se iban a
dormir.
En
la televisión no había nada de basura,
el pájaro loco, las fantasías animadas de ayer y hoy, el conejo de la suerte, Popeye,
porqui, speddy González, y como no mencionar las series infantiles; Remi y
Heidi. Desde luego no había domingo sin chabelo.
Así
fueron esos días de verano, todos en aquella cuadra de ese suburbio nos
volvimos una gran familia, éramos como 30 niños de 6 hasta 11 años, corríamos
libres sin miedos, pues no había pandillas ni drogas. Las calles eran todas
nuestras, había muy pocos coches, vivíamos sin discriminación alguna y sabíamos
el significado de lo que es el compañerismo, hermandad y amistad.
Sin
internet, computadoras, consolas de juegos ni teléfonos celulares, fuimos
inmensamente felices ese verano de 1978.
Las
cuerdas de saltar, las canicas y las pelotas regresaron a su lugar.
EL
regreso a clases fue inminente.
Sin darnos cuenta poco a poco fuimos
creciendo.
Pasaron algunos veranos más.
Un
día fue mi turno y llego la salida del sexto grado.
Después
de una misa de acción de gracias regresamos a la escuela. Hubo una
ceremonia muy emotiva, no había dinero para un traje, así que solo me
compraron un pantalón negro y una camisa blanca. Todos los alumnos de sexto
grado bailamos algo que pretendió ser un vals, al ritmo de la canción “Se
busca”, por cierto muy accidentado, mas de 200 niñ@s en un pequeño patio es un
verdadero desastre, además de un fotógrafo que se cruzaba todo el tiempo.
Después de la entrega de diplomas y reconocimientos, hubo una breve pausa,
anunciaron la clausura del ciclo escolar y se escucharon por los
altavoces “Las golondrinas”
Por
alguna razón nos comenzamos a abrasar y
a llorar, de alguna manera nos dimos cuenta que no regresaríamos mas a esa
escuela, que por seis años fue nuestro hogar. Nos dimos cuenta que dejábamos
una parte de nuestra vida en esos salones, dejábamos risas y alegrías en
el patio, como las golondrinas, teníamos que volar, el camino apenas comenzaba,
era la primera vez que nos desprenderíamos de nuestra segunda familia, los
amigos de la niñez.
Hoy en Izcalli del valle, todas las cosas son diferentes, las casas
tienen fachadas distintas, muchos comercios, vehículos por todos lados, hay
muchos grafitis y el entorno está sucio de tanta propaganda electoral que nunca borraron.
De
mis amigos, ninguno vive allí, incluso dos de ellos ya fallecieron, a manos de la delincuencia organizada.
Todos
como las golondrinas volaron y construyeron su propio nido.
Supe
que alguno de ellos es abogado, otro es chofer de microbús, alguno mas es
mecánico, las niñas ahora son secretarias, empresarias, amas de
casa, en fin, todos se casaron y tienen sus familias, sin embargo todos
tenemos algo en común; trabajamos para hacer de este México un mejor país.
El
ser humano, por naturaleza busca independizarse, inicia su propia aventura,
aunque al hacerlo tenga que dejar parte de su vida en algún lugar.
Las
golondrinas en invierno buscan lugares más cálidos para vivir, ahora se a donde
van las golondrinas.
Para
nuestro invierno, los humanos, procuramos un cálido hogar.
Por
cierto, nunca he recibido diploma alguno… con las
satisfacciones que la vida me ha dado, no lo necesito.
Mujeres
y hombres, alguna vez en la vida
extendemos nuestras alas, descubrimos que somos libres, abandonamos el
nido y nos atrevemos a vivir.
Por cierto mi hermano Gerardo tambien vivio a su modo las "golondrinas" pero. esa es otra historia...
Por cierto mi hermano Gerardo tambien vivio a su modo las "golondrinas" pero. esa es otra historia...