jueves, 16 de noviembre de 2017

10 de mayo Gloria



Una noche de abril, a través del amor, la naturaleza me puso en el vientre de una mujer.

 Durante nueve meses estuvimos juntos, como un presagio de que toda la vida así habría de ser. Al momento de nacer me abrazo, así, me dio su calor  y protección.  

A pesar de ser  el hijo número cinco siempre tuvo tiempo para mí.


 Muchas mujeres  en su afán por salir adelante se esfuerzan y dan todo por sus hijos, así que, nací en un mercado, literalmente en la calle, pues había mas bocas que alimentar. El mercado es un lugar poco común para una madre y sus hijos, una caja de madera fue mi cuna, una coladera mi baño.  Entre jitomates, cebollas, limones y marchantas aprendí a dar mis primeros pasos; siempre con mi madre al pendiente de mi. 

Como toda madre procuró que mi niñez fuera sana, me llevo a poner mis vacunas y en cualquier enfermedad estuvo a mi lado. A pesar de que un mercado es a veces un lugar  insalubre,  yo, siempre estuve muy limpio.

Cuando llegó el momento, caminamos juntos de la mano a la escuela, con una bolsa de mandado como mochila y una torta de frijoles envuelta en papel estraza, mi madre me dio su bendición y así comencé a estudiar.

Al ser mi madre una mujer trabajadora de tiempo completo, esto nos unió más, levantarnos a las 4.00 am. para ir a surtir las mercancías es algo que nunca he de olvidar;

Una mujer y un niño de 4 años caminando en la oscuridad de la noche por las calles solitarias de la merced.

Nunca tuve  miedo o incertidumbre pues, su cálida mano me sujetaba con firmeza, hoy se lo peligroso que la zona de la merced; prostitución, bares, asaltos y homicidios son el pan de todos los días, en fin, siempre mi madre permaneció a mi lado, aunque quizás yo no, es decir, los hijos a veces somos ingratos.

Por momentos olvidamos que esa maravillosa mujer ha estado en todo momento con nosotros, aun así, se que todas las noches siempre rezó por mí.

En su cuerpo llevo las marcas de lo difícil que fue sido su vida, cesáreas, una cicatriz de apendicitis, invasión en su cuerpo por cáncer, piedras en los riñones, en fin…

“A veces me pregunto ¿Cómo soporto tanto dolor?”

Hace unos cuatro años resbalo al tratar de subir una banqueta, como resultado, los huesos de su mano se hicieron pedazos, otra vez la vi en una plancha de cirugía, otra vez la habrían de operar, solo que esta ocasión, la vi diferente, la vi cansada, vi como el tiempo pasa y ha cobrado su factura, ya no era esa mujer de antes y creo que ella también se dio cuenta. Ella de verdad lo sabia, allí sentada en una plancha de hospital con la bata azul tradicional y ese silencio sepulcral que en un quirófano hay,  con su mirada perdida en el suelo, trataba de aceptar que es tiempo de frenar, trato de aceptar que es tiempo de descansar, la vida de mi madre fue siempre un torbellino, desde ese dia todo fue diferente pues las fuerzas se agotaron, ese momento ella tuvo que aceptar que la vejez llego,  fue difícil, sin embargo, esa es la ley de la vida,tuvo que renunciar a la única forma de vivir  que conocía, así que fue duro decirle adiós al mercado.

Nunca más escuchare es pregón que la caracterizaba;

¡Que va a llevar, señoraaaaa!

Nunca más.

Dios nos bendice y  pone a un gran ser a nuestro lado, para que nos guie y nos lleve de la mano por la vida.

Ella,  con amor aceptó el trabajo de ser madre,  se que todas las mujeres que tienen la dicha de serlo, saben a lo que me refiero.

La vida me dio por partida doble me dio dos grandes mujeres para que me llevaran de la mano por el camino de la vida, mi abuelita Teodora, que me crió y mi madre, Gloria Cisneros Moreno quien me dio la vida. 


Mi madre siempre tuvo un decir:

En vida hermanoen vida

Siempre a mi modo, le hice saber a mi madre que en cada latir de mi corazón hubo gratitud infinita por hacer de mi un hombre de bien...

Mi madre fue internada a consecuencia de un coma hepático e ingreso a un hospital,  permaneció allí durante 10 días.

Fue muy difícil verle allí, hospitalizada una vez más...

Llegue como a las 11pm. no había ya visitas, pero debido a la gravedad se me permitió ingresar. El hospital parecía un laberinto, o quizás solo fue mi imaginación pues solo quería llegar pronto a verla.  Al llegar, mi madre estaba acostada una vez mas en una cama fria de hospital, era un cuadro desolador, estaba muy demacrada, estaba dormida, tome su mano y la acaricie, en el pasado, siempre que veía a mi madre alborotaba su cabello a manera de juego, esa ocasión también lo hice, fue así que ella abrió sus ojos y aun con tanto dolor trato de sonreír…le dije  que no se esforzara, me acerque a su oído y le hable en vos baja,  le pedí un minuto, le suplique  60 segundos de su atención pues sabia que sus segundos se le agotaban, ella asintio con su cabeza, en ese lapso tan corto pero tan grande para mi  recordamos una anécdota juntos, una vivencia que siempre recordábamos y nos hacia reír y disfrutar, al final, rezamos nos tomamos de la mano y ella, cerro sus ojos…

Su fortaleza la hizo salir adelante y el cuerpo médico del hospital la dio de alta el sábado 4 de Noviembre de 2017.

Mi familia fue de visita a su casa el domingo 5, por la noche me comentaron el milagro de la vida pues es increíble cómo se recupero y como su deseo de vivir era visible.

Pensé in a visitarle en cuanto me fuera posible, aveces pienso en la paradoja;

 "Vivimos para trabajar o trabajamos para vivir"

Una llamada a las 3am. del martes 7 de noviembre de 2017 me hizo saber de su partida al más allá…

El sobresalto en la madrugada me tomo por sorpresa. quise volar en ese momento, la distancia en la obscuridad parecia una novela, los recuerdos se agolpan y tratamos de asimilar la realidad, llegue a su casa antes que el sol saliera mi hermana me dijo que estaba en su habitacion,  ella, aun estaba en su cama, entre rápidamente la vi y volví a alborotar su cabello por última vez, con mi mano cerré sus ojos, bese su frente, puse una rodilla al suelo y le dije por siempre adiós.

Viví lo que muchos han vivido y lo que muchos han de vivir.

 Bebí el trago que otros han bebido y que otros han de beber.

Durante su sepelio se hizo su voluntad, se le dio sepultura digna de una reina, como ella lo fue.

El servicio funerario dio inicio, su cuerpo descendió y se cumplió con la ley de la vida polvo somos y polvo nos convertiremos.

Alli, en su  su última morada, a mi manera, agradecí a los presentes su compañía, afecto y cariño a mi madre, mis hermanos a su modo hicieron lo mismo.

En vida, como ella decía, le rendí tributo a su esfuerzo y abnegación por mí.


Es en vida cuando le tenemos que hacer saber  lo que queremos y le decimos lo que por ella sentimos.

Es en vida cuando un abrazo nos reconforta.


Es en vida cuando podemos apreciar la belleza de una flor y disfrutamos de su aroma. 


Hoy dejo aquí mi eterna gratitud, mi amor y cariño por Gloria Cisneros Moreno...

“Mi Madre”

Cada 10 de Mayo algunos recordaran a su madre que ya se fue y visitaran su tumba pues los ángeles tarde o temprano se tienen que reunir con dios.


Hoy que estamos vivos, aquellos que gozan la compañía de esa gran mujer,  disfruten de esa aquella que nos regalo la vida.

Nuestra madre.

En memoria de Gloria Cisneros Moreno. q.e.p.d.




martes, 19 de septiembre de 2017

1985 7:19 ¿El ultimo temblor?

Desde que tengo uso de razón amanecía caminando de la mano de mi abuelita Teodora por las calles de La Merced.
Después de comprar las mercancías y ponerlas en una camioneta teníamos un ritual qué consistía en ir a desayunar. Mi abuelita y yo disfrutábamos mucho desayunar con un hombre que le decían el chino, el era un señor regordete, güero,  con grandes chinos y de estatura media. Su negocio estaba en la privada de General Anaya esquina con circunvalación, allí en esa esquina al pie de un edificio tenía sus cazuelas todas ellas con comida, además en un brasero una gran olla con café y en un comal freía tamales.
Aquella mañana del 19 de septiembre de 1985 estábamos desayunando como siempre, todos los que allí estábamos sentimos algo similar a un fuerte mareo sin saberlo, un temblor dio inició. Mi abuelita con gran incertidumbre tomo mi mano, asustados retrocedimos hacia atrás, las aglomeraciones eran muy visibles, los autos ya se habían detenido, la avenida estaba llena (de personas y autos) de pronto ese mareo se detuvo y comenzó otro movimiento muy extraño como si al suelo le estuvieran pegando, era una vibración que sólo se puede describir como cuando una piedra entra violentamente al agua y todo brinca, se cayeron las cazuelas con la comida, se volteó el brasero con el aceite y se empezó a escuchar cómo se crujía el edificio, juntos de la mano mi abuelita y yo corrimos tratando de ponernos a salvo, de hecho el caos era general todos querían ponerse a salvo.
En la esquina de General Anaya y circunvalación había una tienda de zapatos, la Canadá, ahí dimos vuelta en medio del caos pues ese movimiento trepidatorio aún no cesaba, allí en medio de la calle había muchos hombres que transportaban las mercancías, así pues toda la gente se amontonó mientras la vibración no cesaba, empezamos a ver cómo se desmoronaron por completo muchos edificios, como pasa en las películas con trama apocalíptica, la nube de polvo nos envolvió a todos y se volvió muy difícil respirar, de pronto sentí como mi abuelita se iba un hoyo, lo que pasó fue que se abrió una gran grieta a mitad de la calle, yo alcancé a brincar y la logre esquivar, pero ella y muchos más se fueron hacia dentro, todo era caos y gritos, con tanto polvo no se podía ver nada y aunque ya había dejado de temblar el caos apenas comenzaría.
Mi abuelita me gritaba y para ser sinceros yo también le gritaba ella, me limpié los ojos, pues tenía mucha tierra en ellos, me asomé al gran agujero y entre tanta gente pude distinguir a mi abuelita abajo de un diablo, una especia de carretilla metálica muy grande usada para mover mercancía, me estire lo más que pude y la jalé, al hacerlo, obviamente se raspó mucho su cara pero logré sacarla de allí, cuando estuvo afuera vi que mucha sangre emanaba de su cabeza y escurría por obviamente su cara, con desesperación ella me dijo; 
-- Vamos por el chino, vamos a ver si está el chino.
Caminamos hacia Circunvalación y regresamos a la privada de General Anaya, que relativamente estaba a unos metros, pero por tanto polvo no se veía nada, al llegar ahí ya no estaba el edificio, se había desmoronado, con horror vimos que ya no había nada.
En toda la Avenida Circunvalación la circulación de vehículos estaba detenida, el polvo y los escombros por todos lados era lo único que se distinguía. Acompañados de la mano del caos comenzamos a caminar hacia Mixcalco para tratar de llegar a la terminal de camiones en San Lázaro, allí abordábamos el autobús que usualmente nos traía de vuelta a casa.  Al llegar a Mixcalco supimos que había desmoronado un edificio  donde había  muchas señoras que se dedicaban a la costura y confección ropa, ellas estaban encerradas, no tuvieron la menor oportunidad de escapar, sin embargo, había mucha gente viva adentro en medio de los escombros, se escuchaban sus gritos y lamentos era desgarrador como pedían ayuda, nunca lo olvidaré, a pesar que había muchas personas ahí tratando de ayudar todo era inútil, eran toneladas de escombros, eran toneladas de dolor.
No había paso hacia dónde abordaríamos nuestro autobús y caminamos en dirección hacia el eje central, por todo el camino se escuchaban lamentos y había mucho polvo, como pudimos llegamos a el Zócalo, alcé, mi vista y mire  la magna bandera, esta,  no se movía, como si supiera del dolor humano que en esos momentos México  vivía, seguimos caminando y llegamos a la torre latinoamericana, allí el panorama era peor pues una nube de polvo gigantesca y más densa cubría todo.
 No habían pasado ni 60 minutos y todo era destrucción.
 Inmóviles sobre el eje central nos desorientamos por unos instantes, al reconocer nuestro camino avanzamos lentamente.
 Siempre mi abuelita era la que me guiaba, ese día por el caos ahora era yo quien casi la jalaba.
 Transitando de frente sabía que pasaríamos por Garibaldi y llegaríamos a Tlaltelolco, durante esa caminata los minutos fueron eternos. Pasó mucho tiempo pero al fin llegamos a esos conjuntos habitacionales, a lo lejos distinguí que también había otra gran nube de polvo y faltaba un edificio, sé que mi abuelita también se dio cuenta;
 “Veníamos demasiado impactados y por alguna razón ya no hablábamos entre nosotros.”
Las ambulancias, patrullas y sirenas se escuchaban por todos lados, los gritos y los lamentos es algo que jamás olvidaré...
Llegamos a nuestro destino como a las 3 de la tarde.
Durante las horas de la tarde comenzó una gran labor de todos los mexicanos, a pesar de que toda la información transcurrió por todas las estaciones radio pues la televisión se vio gravemente afectada, la gente se organizó rápidamente, taxistas, la clase trabajadora, amas de casa niños, jóvenes, ancianos, es decir todo México se unió, en solo  unas horas se gesto una cara desconocida por el mundo, una faceta que hoy nos caracteriza, ese día a las 7.19 a.m. nació en el corazón de cada mexicano la SOLIDARIDAD.
Las filas de personas con botes que querían mover escombros, los hombres que se despedían de sus familias y se trasladaban al D.F. con una pala o quizás un pico, los dueños de camiones de volteo haciendo fila para transportar escombros, las abuelitas que llevaban tortas y café a los trabajadores, los hombres que sin saberlo trascenderían con el nombre de “Topos”, tantas cosas que vi y que hoy al recordarlas a pesar de tantas décadas aun  me hacen estremecer de dolor, esas escenas están vivas en mi mente y hacen que mis ojos se nublen con lagrimas de nostalgia
Desinteresadamente  ante el dolor ajeno simplemente  se olvido la indiferencia, se  olvidaron las clases sociales, no había ricos, no había pobres, no había día, ni había noche, solo había Mexicanos tomados de la mano y unidos entre sí.
Los mexicanos con todo el amor más puro y limpio de nuestros corazones  dimos otro significado a la palabra;
“SOLIDARIDAD”
Sé que los daños materiales resultaron incalculables, las pérdidas humanas fueron demasiadas y el dolor aun es infinito.
También sé que verdaderamente hubo milagros, pues rescataron de los escombros  a unos niños recién nacidos muchos días después del terremoto.
A partir de entonces, ante cualquier desastre,  los mexicanos desinteresadamente nos tomamos de la mano, de inmediato activamos la "SOLIDARIDAD".
Desde ese día los mexicanos sabemos que si estamos unidos podemos lograr CUALQUIER COSA.
Los mexicanos sabemos que algunas veces el dolor es muy grande, pero nosotros somos más.
Hoy  mundo sabe que si hay un hermano caído, los mexicanos le vamos a ofrecer ayuda para continuar, continuar juntos, mano a mano, hombro con hombro para así poder siempre salir adelante.
A partir de ese día, 19 de Septiembre de 1985 a las 7:19 am. Los mexicanos somos solidarios.
Tiempo después la cultura antidesastre de la mano de la tecnología dio paso a una “Alarma sísmica” un sonido que en teoría nos alerta y nos da 60 segundos para ponernos a salvo.
Sé que este no fue el último temblor que he de vivir, pero, pase lo que pase, los mexicanos siempre estaremos de pie, estaremos siempre listos para demostrar, una vez más,  nuestra SOLIDARIDAD.

Hay algo que algunas veces no me deja dormir, algo me dice que en cualquier momento volverá a temblar.