domingo, 19 de junio de 2016

El Amenaza



El amenaza.


Un  mercado de abasto popular es bullicio las 24 horas, allí él es ambiente alegre e  informal. Hombres y mujeres, ya sean dueños o empleados  son la cara de un negocio, es decir, son el sello que les distingue. Cada local  en particular resulta ser  único en su género así pues  cada cliente siempre tiene su puesto preferido para realizar más a gusto sus compras.

Cada ser humano que allí trabaja  deja su vida en el mercado y casi nunca se conoce su nombre mayormente sólo se les conoce por su sobrenombre o apodo.

En el mercado hay alegría, solidaridad, compañerismo y por alguna extraña razón el sobrenombre  da  estatus sobre los que no tienen uno, no se trata de molestar ni de lo que hoy se le llama bullying, más bien es cuestión de jerarquía, si no tienes apodo simplemente nunca exististe en el mercado.

Hay apodos que resultan obvios pues las características físicas de las personas hacen  que les venga como anillo al dedo; el chita, el mil amores, el marciano, el tarzan, el loco, el llora-mugre… Hay otros sobrenombres de los cuales hay toda una historia de tras de sí.

Hoy quiero contar la historia de Jesús, un hombre que en el mercado de Tlalnepantla se le conoce como:
“El amenaza”

Nació en el año de 1946 fue el quinto de una prole de 8 hermanos, hijo de segunda generación de comerciantes del mercado, esa fue la razón que siguiera los pasos de sus padres y se dedicara en cuerpo y alma a trabajar allí.

En su juventud, en compañía  de sus amigos, disfrutaba del esparcimiento que da un gimnasio, así pues, además del levantamiento de pesas tomaban clases de box y lucha grecorromana.

Jesús  y sus amigos asistían a una arena de box y lucha libre, que estaba a unas cuadras del mercado, después de una semana de trabajo acudir a disfrutar de una función de lucha libre era relajante y des estresante. En un programa clásico se podía  ver al Santo, al Cavernario, Mil mascaras, Blue demon, a Ray Mendoza y muchas otras estrellas de la lucha libre mexicana  y esto era toda una gran atracción. 

Cuentan  que en una ocasión durante una función faltaron algunos luchadores, el promotor no sabía qué hacer pues como siempre la función debe continuar. Él sabía que Jesús y sus amigos entrenaban lucha grecorromana y box… la arena llena… las personas en efervescencia y el compromiso por cumplir….

 No tuvo más opción que  ofrecerles  que lucharan  a cambio de una remuneración económica,  ellos aceptaron. A Jesús se le ocurrió luchar ataviado  con una mascar roja. Una máscara roja y sencilla que marcaria su vida, simplemente se le ocurrió que lo anunciaran como:
“El amenaza roja”

Esa noche su debut fue un éxito así que el promotor les ofreció una pequeña gira misma que aceptaron. Esa breve temporada culmino con el que  sería su apodo en el  mercado y por el cual siempre será recordado.

Como comerciante, El amenaza siempre marcaba el paso,  se anticipaba y siempre tenía las mejores mercancías y novedades.

Su familia siempre era el modelo a seguir.
Durante mi niñez, recuerdo haber  caminado con él, tomados de la mano, a donde quiera que íbamos, todas las personas le saludaban…
---Amenaza buenos días.
--- Amenaza buenas tardes.
---Amenaza buenas noches.

Para ser sinceros no pasamos mucho tiempo juntos sin embargo a su lado siempre  me sentí protegido, tranquilo y seguro.

En algún momento dedicó su vida a una actividad absolutamente diferente:
La cocina.

No sé cómo ni cuándo aprendió a cocinar, el hecho es que con algún dinero y mucho entusiasmo abrió un lugar donde vendía comida y como siempre tuvo mucho  éxito.  
Su ímpetu y creatividad   no tenían limite así que  para saciar esa sed de crecer en 1980, se inscribió en  una escuela de gastronomía. Recuerdo muy bien que se llama CAPIH (Centro de Capacitación Para la Industria Hotelera) ese fue otro  gran acierto en su vida. Esta actividad le dio grandes logros, para él fue fácil con esta herramienta abrirse paso en la vida, tocó puertas y supo colocarse en un lugar privilegiado; de pronto estaba realizando banquetes  y cenas de gala para el H. Ayuntamiento de Tlalnepantla  de Baz. Recuerdo que en una cena especial en honor del embajador de Hungría sirvió platillos de su creación; Codorniz en su nido, Cordon blue, y como plato especial con canapes formó la bandera de Hungría. En algún momento el embajador solicito al chef para expresarle su agradecimiento, El amenaza  me tomo de la  mano, fuimos a su mesa y le felicito ampliamente por su creatividad, talento, y desde luego por su amor a la familia…

Una tarde mientras se hacía limpieza en su negocio de comida, de pronto, llegó un hombre, bajo el brazo  traía un escrito del H. Ayuntamiento, preguntó por el dueño, El amenaza se identificó, aquel hombre entregó un documento en el cual, para un cierre de campaña política en Toluca le pedían 15,000 Lunches….

Cada  lunch debería ser  así:  dentro de una bolsa de plástico habría  una torta, un huevo cocido, un jugo tetrapak, una naranja y un dulce… El amenaza  aceptó el reto, solo tenía  12 horas para entregar aquel enorme pedido. De pronto, muchas camionetas comenzaron a llegar con la materia prima a utilizar: el pan, cajas de huevo, muchos costales de naranjas, una cantidad impresionante de jamón, así como de todos los ingredientes… Empezaron a llegar personas y las coordinó de una manera que parecía una maquinaria perfecta, en fin, ese trabajo se entregó a tiempo.

Para él nunca hubo imposibles.

Hoy muchos años después, todo es diferente la vida ha pasado y sus secuelas naturales son evidentes pues los años no pasan en vano. Su andar es lento y sus movimientos son tan diferentes a los que un día vi.

Hoy sé que el tiempo no perdona.


Yo soy un hombre maduro, soy padre de familia y algún día alguno de mis hijos o nietos contará  y quizás escribirá mi historia, ellos me juzgarán por mis actos, ellos serán mi juez.
En algún momento cada  padre es juzgado por su dureza, por ser implacable, por no tener corazón…

Algunas veces los hijos somos ingratos, no reconocemos ni agradecemos al hombre que nos llevo de la mano y con su ejemplo nos enseño a vivir.

Esta es la razón por la que cuento esta historia.  Yo sé que mi Padre tiene mucha sabiduría, cariño, comprensión, coraje y desde luego mucho corazón.

Mi padre es El amenaza.

 El Amenaza,  como todo luchador sabe que la lucha no termina hasta que la campana suena o se termia el último round. 

  Al mirar sus ojos cansados veo determinación, veo ganas de vivir. Todos los días se levanta temprano, sale a vender, se va a algún tianguis, se va a hacer lo que mejor sabe hacer, “vender”. No tiene pensión alguna, hoy vive al día,  sin embargo, él, como todo un hombre abraza su destino y lo vive con DIGNIDAD Y ORGULLO,

Sé que mi Padre jamás se rendirá.

Sé que mi padre  se irá cuando en su lucha la última campana suene y la muerte se lo lleve.

 La tercera caída aun está por iniciar.

  El Amenaza dejará su vida, su sabiduría y todo su amor en el ring de la vida.

Ojala un día yo también sea tan grande como  Jesús Santillán López.
El Amenaza roja.
Mi padre.