viernes, 20 de mayo de 2011

El y Ella … Diario de un amor




Un hombre  y una mujer unidos por la casualidad.

La gran ciudad es el mudo testigo de su amor..

 Ella, no se atreve a revelar su pasado, lo hace solo  por querer darse una segunda oportunidad de amar.
 El, desde el primer instante, se enamora perdidamente y quisiera estar a cada segundo al lado de ella, es ese amor que siente por ella, que le hace estar escribiendo cartas, cartas que hacen crecer mas ese sentimiento puro y sano llamado amor...


Ocaso.
Después de soñar muchas noches contigo me pregunto; ¿Como has estado? Trato de imaginar  como es un día en tu vida, ¿Como fue tu niñez?  Si ahora eres hermosa, ¿Como eras a los 16?  
La última vez que nos despedimos, cuando platicábamos en el crucero, estabas de perfil y el sol  bañaba tu piel, esta, parecía resplandecer, tus ojos, por la luz tan intensa, se veían tan claros y profundos, tu cabello parecía de oro.
Al no poder  olvidar esa imagen tan bella,  invente en mi mente un lugar especial  que me gusta visitar de vez en cuando.  Regularmente cuando estoy muy contento. Solo así puedo entrar en el. El cielo es un eterno ocaso en el que se refleja  un lago. El bosque tiene jardines multicolor, así entonces, están allí las  flores mas hermosas que jamás he visto. Es en ese lugar  te puedo encontrar.  Y allí estas, sentada bajo un gran roble de el que caen hojas como en el otoño. A veces recoges algunas con tus manos y las hueles.  Estás contenta. Tu mirada es soñadora y una gran sonrisa ilumina tu rostro. Te admiro por tiempos prolongados.
Siempre salgo de ese lugar mas contento que al principio.

 Te doy las gracias por esos momentos mágicos que hemos vivido juntos.

La noche

 Anoche desperté con la sensación de estar mirando tus ojos y una sonrisa se dibujo en mi rostro. Empecé a imaginar que te veía en tu habitación.  Tu piel era iluminada por la luz de la luna.  A través de tus ventanas vi esplendor de la noche. De pronto, volteaste, como si ahora sintieras una mirada. Contemple tu figura unos momentos. Tus labios entreabiertos me invitaron a besarlos. Así lo hice.  Fue un suave y cálido beso. Aun dormida dibujaste una sonrisa  ¿Acaso soñarías conmigo?  No se. En verdad no lo se. En mi mente me despedí de ti  --Hasta luego hermosa, hasta luego--  La nostalgia de dejarte sola, y de estarlo yo también, invadió mi ser.  Una lágrima recorrió mi rostro. Trague saliva y ahogue mi llanto.

 En la obscuridad de la noche, solitario en mi cama, puse mis pensamientos en calma. Mirando fijamente el techo encendí un cigarrillo. Comencé a fumar.  Pensé que muy pronto nos volveremos a ver.
Mientras tanto, gracias por esos momentos maravillosos, caricias interminables y besos que nunca olvidare.

 Dios te bendiga  en donde quiera que estés.

                                       El día
Camino entre un mar de gente y busco tu mirada. Me prometí a mi mismo estar feliz cuando evocara tu recuerdo, sin embargo a veces la melancolía inunda mis días y también mi alma. Estas ansias locas de estar contigo me matan poco a poco.  Anhelo el aroma de tu piel, tu hermosa sonrisa, el calor de tu cuerpo. Quisiera estar en este momento amándote.  Mirar tus ojos mientras hacemos el amor.  El no verte por largo tiempo me inquieta. Algunos contratiempos y cosas de la vida me lo han impedido. Te pido por favor paciencia. Eres un ser maravilloso. Le agradezco a la vida el haberte conocido.  Tengo por ti un amor sumamente especial.

 Te busco entre la gente, como quien perdió a un niño. Te busco con gran incertidumbre y esperanza, esa loca combinación de sentimientos aderezados con amor.  Algo en mi interior me dice que pronto te podré ver.  No olvido tu forma de besar, ni lo dulce de tu voz cuando al oído me dices: ¡Te amo!

 Últimamente he soñado mucho contigo. Sueño que hacemos ese viaje que nos prometimos. Mientras tenga vida se que un día lo haremos.

 Camino entre la gente. Busco tu mirada. Mientras suspiro hondamente, mi mirada se pierde entre la gente. Jamás encuentro nada.
Te extraño.

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                         "Ella"

                         El amanecer
Suena el despertador. Son las seis de la mañana. Ella con gran pesar se levanta.  Frotando sus ojos se dirige al patio.  Enciende el calentador. Regresa a la cocina y pone a calentar el café. Suspira mientras su mirada esta perdida. Una vocecita la saca de sus pensamiento  --¿Oye mami, no quiero ir a la escuela?--  Ella, sin voltear le dice  --¡Cállate, despierta a tu hermano y métanse a bañar!

En una taza sirve un poco de café, da un sorbo y vuelve a suspirar.

Una mujer y dos niños, corriendo van  rumbo a la escuela -- ¿Mami, ya me canse, por que no nos vamos en micro?-- Ella voltea con el ceño fruncido y la mirada penetrante. Observa fijamente a su hijo.  La ternura en un niño de 6 años finalmente rompe la ira de una mujer que no contesta nada.  Continúan su loco andar. Seis calles mas tarde dos grandes puertas anuncian el fin del camino  --¿Mami, hoy tampoco nos vas a dar dinero para gastar?--- Dice la pequeñita a su madre. Ella se estremece. Rápidamente da la vuelta para que sus hijos no la vean llorar.

                             La mañana
 En un parque, con la respiración agitada (ella), voltea hacia todas partes hasta que encuentra lo que busca.  Con lentitud como acechando una presa dirige sus pasos hacia un señor que lee el periódico. Se sienta junto a el. Le sonríe. Con voz sexi le dice  --¿Me prestas tu periódico amor?--  El hombre casi automáticamente se lo entrega sin dejar de mirar sus ojos, que por cierto le parecen hermosos.  Aun con la boca abierta otra pregunta llega a sus oídos --¿Y si mejor me lo regalas cariño?--  Aquel hombre, asintiendo con la cabeza, sin poder decir algo, observa que ella se aleja rápidamente.  El, totalmente inmóvil, mira el vaivén de sus caderas. Siente el impulso de ir tras ella, pero se queda paralizado.

En otro lugar del parque y un poco mas tranquila empieza a leer la sección de clasificados. Sus negros ojos, inquietos, van de un lado a otro mientras cambia de página. Sus pasos se encaminan nuevamente a la escuela, pues se acerca la hora de la salida.

                                   La tarde
Mientras  sirve de comer a sus hijos, su mente esta en otra parte.  Esta confundida.  Recuerda que se alejo de su esposo Ricardo, el, era sumamente celoso, agresivo y posesivo. Prácticamente  tuvo que escapar de el. Le oculto que estaba embarazada. Tiene casi el mismo tiempo de embarazo que de vivir sola. Dos meses.  Lo que paso es que ya no aguanto más los malos tratos de Ricardo.  Sus celos e infidelidades. Golpizas, groserías y además borracheras.  Allá en Monterrey tenia  casa y coche. Sus hijos estudiaban en escuelas privadas, incluso ella asistía tres veces por semana al gimnasio.  Pero siempre era lo mismo, las ofensas de Ricardo  le lastimaban el alma;   --- ¡Mira cabrona, ni de tragar sabes hacer pendeja!  ¡Calla a ese pinche chamaco ya me tiene hasta la madre!  ¡Parece que estas muerta idiota, ni si quiera sabes hacer el amor!
La voz de su hijo la trae de vuelta a la realidad.

--¿Mama me das mas sopa por favor?  Dijo inquieto el pequeño.
 --Si  y coman bien por que voy a tener que salir.
--
¿Otra vez? ¿Y a que hora regresaras?   Pregunto su hija mientras una pequeña lagrima broto de sus ojos.
--No se tarde, muy tarde tal vez.

En el interior del metro, ella espera la llegada del convoy.  Mientras recuerda que es ahí donde conoció a El, su nuevo amor.  Aquel día en el interior del vagón sus ojos intercambiaron miradas y se sonrieron mutuamente.  Al llegar a la terminal Taxqueña, volvieron encontrarse en el paradero y abordaron un micro que decía Xochimilco. En el camino continuaron con el coqueteo y finalmente comenzaron a charlar.  Así, con sus actos y  acciones comenzaron a escribir, esta, su historia de amor. Ella ocultando gran parte de su pasado. El al contrario, desnudó por completo su ser.

Mientras viaja en el metro del interior de su bolso saca una carta de El, misma que lee una y otra vez. Conmovida hasta el llanto, seca lágrimas de amargura de su rostro, rompe el papel y lo arroja por la ventana. Sabe que en cada trozo que vuela por el aire se va un sueño, una ilusión, un pedazo de alma y de su corazón.

                                 La obscuridad

A medida que se acerca a su destino  sus pasos se vuelven más cortos y su respiración se agita. Un fuerte zumbido llega a sus oídos. Siente que su cabeza va a estallar.  Levanta la mirada y un letrero discreto anuncia que esta en el lugar correcto.

 Clínica de interrupción del embarazo

Traga saliva.  Con pasos firmes se anima a entrar. En la recepción se registra.
 --Tengo una cita hoy a las 16:00 con el Dr. Gómez.
Mientras  la recepcionista checa unos datos y hace unas preguntas su mente divaga. La voz de la recepcionista la trae a la realidad.
 --¡Oiga, oiga! ¡Pase por aquí!
Mientras  la chica del mostrador avanza por un pasillo, Ella la sigue, arrastrando los pies y con pasos cortos. La recepcionista abre una puerta y  le indica.
 --- ¡Póngase esta bata y deje su ropa aquí!
Mientras se quita la ropa, siente ganas de llorar. Ahoga su llanto y busca fortaleza en su interior.  Esa habitación además de oler a humedad, huele a miedo.  Sabe que es la antesala de la muerte. La de su hijo. El fruto de una golpiza que le diera Ricardo. El resultado de una violación.

Ve una silla. Toma asiento. Cabizbaja espera.

El doctor Gómez abre la puerta.  Sobresaltada ella lo observa.
 --¿Todo listo, señora? ¿Llenó el formato color rosa?
Sin contestar nada, sube automáticamente a una camilla, esta, es conducida por un angosto pasillo.  Avanzan con rapidez.  Una enfermera envía mensajes de texto, mientras no deja de sonreír.
Al llegar a la sala de operaciones la enfermera dice:
 --Recuéstate de lado, vas asentir un piquete y algo de frió.
--¿Frio? ¿frio? ¿Después de aguantar, golpes, mentadas de madre y hambre, una enfermera me dice que voy a sentir frió?--  Con gran enojo fue lo último que pensó antes de perder el conocimiento a causa de la anestesia.

El rencor hacia un hombre y la desesperación de una mujer escoltaron el alma de niño de vuelta con el creador, que, con sus brazos abiertos lo recibió y con su infinito amor llenó de paz y tranquilidad su ser.

Al abrigo de la noche Ellacamina rumbo a casa, sintiendo un hueco en el estomago, pero con un vacío mas grande en su alma.

Solos en casa, dos niños abrasados lloran por que su madre aun no ha regresado.

El en su cama, fumando un cigarrillo, sueña con volver a tenerla entre sus brazos.

 Ella sabe que termino la obscuridad, anhela que amanezca, para que a la luz de un nuevo día pueda comenzar de nuevo a vivir




   





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