martes, 14 de junio de 2011

Las flores del balcon.

Como desde hace varios años, todos los días a las siete de la mañana Carmen abrió las puertas de madera de su balcón. La suave brisa del amanecer movió las cortinas y también acaricio su arrugado rostro. Con los ojos cerrados extendió sus brazos para que todo su cuerpo disfrutara lo suave del viento. Tras un enorme suspiro, esbozo una gran sonrisa. Así dio inicio a la rutina de todos los días. Se dirige a la cocina, descuelga una jaula, toma una maceta y las coloca en el balcón. Víctor que aun estaba en cama sintió frio y como siempre expreso su malestar –¡¡cierra las ventanas!! ¿No ves que estoy tratando de dormir?— Carmen solo volvió a sonreír.
Víctor y Carmen tenían 53 años de casados, los dos trabajaron toda su vida como maestros y ahora vivían de su pensión. Con sus ahorros  compraron un departamento en un quinto piso por el rumbo de coyoacan, no era muy chico ni muy grande  pero para ellos dos era suficiente. Después de un embarazo muy complicado que termino en aborto espontaneo, tuvieron que extraer la matriz de Carmen y nunca tuvieron hijos. Quizás esa fue la razón de que Víctor desde muy temprano en su matrimonio se distancio de Carmen.
Sentado en una banca en el parque, apoyando el codo en su pierna, con una mano en la barbilla y los ojos entrecerrados pensaba --¿Qué habría pasado de haberse logrado aquel embarazo?— Siempre se hacia la misma pregunta mas nunca se atrevía a buscar una respuesta. Así con esa idea en su cabeza pasaba largos ratos en el parque. Carmen por su parte lo supero más rápido y nunca lo volvió a comentar con Víctor. En el fondo le pesaba la actitud de su esposo,  lo tachaba de egoísta y aun hoy, a veces piensa ¿Que hubiera hecho el en su lugar?
Para tener una ocupación Carmen imparte clases de ingles a domicilio, pues a  lo largo de su vida conoció muchos alumnos, así  entonces hoy compartía sus conocimientos con los hijos de ellos. Víctor,  al contrario se estaba dejando morir pues había perdido sus aspiraciones y sueños.
Como todas las noches ambos se reúnen en el comedor….
-¿te sirvo un poco de té?-
--¿té? ¿té? ¡53 años casados, sabes que  lo odio! ¿Y aun me ofreces té?--
Carmen da media vuelta  y  sirve en una taza café a Víctor.  Así como de costumbre, desde hace ya muchos años, sin cruzar palabra alguna Carmen termina su té y Víctor su café.
Recostada en su cama Carmen lee un libro mientras Víctor solo da vueltas y vueltas
--¿oye?  ¿Por que no apagas esa maldita luz?—
La obscuridad es mudo testigo de las lágrimas solitarias de Carmen y de la ira de Víctor.
Esta mañana Víctor se despertó con el canto de un canario que hacia eco en la cocina. Se extraño de no ver el balcón abierto.  Con pesar se dirigió al baño. De reojo vio a Carmen y no quiso molestarla. Después de beber un café observo el reloj en la pared. Se dirigió a la habitación y Carmen permanecía inmóvil,  recostada de lado, con las palmas juntas bajo sus mejillas simulando una almohada, parecía profundamente dormida. Un escalofrió cimbro de pies a cabeza a Víctor  que permaneció inmóvil un largo rato, la leve sonrisa en el rostro de Carmen no le permitió mover ni un musculo. Se dirigió al baño y se metió en la regadera, tratando de no hacer ruido se cambio y se fue al parque frente a su casa.
Permaneció ahí algunas horas con la mente en blanco. Regreso al departamento cerca de medio día y el canario aun seguía cantando. Con gran incertidumbre entro a la habitación y trato de asimilar que Carmen se había ido. Asi con dolor en su alma acepto que Carmen no despertaría nunca más. Con gruesas lágrimas recorriendo su faz acaricio el frio rostro de Carmen. No recuerda cuando fue la última vez que lo hizo. No recuerda cuando fue la última vez que le dijo “te amo”. Hoy no será ese día, pues hoy le dirá “Adiós”.
A partir de ese día, Víctor a las 7am abre las puertas del balcón, se dirige a la cocina descuelga una jaula, toma una maceta y las coloca sobre el mismo. Por las noches bebe té y antes de dormir lee un libro.
Hoy Víctor sabe que a Carmen le hubiera gustado que fuera amoroso y tierno.
 Alimentando  a un canario y regando una maceta, en soledad total, Víctor piensa…….
A las mujeres no hay que tratar de comprenderlas, solo hay que amarlas.

2 comentarios:

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  2. una narrativa que te lleva de la mano, te convence de la realidad de los personajes y un final previsible, como previsible puede ser la muerte.
    una frase a manera de colofón pero también como epílogo-consejo-moraleja.
    Gracias escritor, por compartir...

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