lunes, 18 de junio de 2012




Domingo 17 de junio 2012.


Los días nublados y lluviosos me gustan. Conducir por las mañanas y en domingo es algo que disfruto al máximo. Hoy es “El día del padre” y eso  me pone a reflexionar en algo; las mujeres que desempeñan es doble rol nunca son reconocidas. Eso es lamentable. Salen a trabajar muy temprano, ya dejaron la comida preparada, levaron a sus hijos a la escuela, durante el día se desempeñan en todo tipo de actividades; barrenderas, choferes, en oficinas, cocinas, aseo en casas, comerciantes, y otras que por respeto no he de mencionar, el punto es que tienen, por amor, la necesidad de llevar el sustento a su hogar. Al regreso a casa, son maestras que apoyan con sus tareas a sus hijos, lavan ropa, el aseo del hogar es inevitable… así todos los días… ¿Cómo es posible que un hombre sea capaz de renunciar a una mujer que todo le entrego?  Pero así es, y a veces, creo que es lo mejor, no tienen por que soportar (las mujeres) insultos, golpes, desprecios, humillaciones, daño sicológico… tanto daño hacen esa clase de hombres… y todavía se aparecen (hoy) y quieren que los hijos les hagan una estatua y les den un reconocimiento.

En fin.

En otro orden de ideas, también pienso en los que si son hombres y hacen bien su tarea. ¿Cómo sabemos, si nos hemos desempeñado bien como padres?... sin saberlo hoy la vida me daría esa respuesta…

Al llegar comencé a hacer mis labores cotidianas.Revisando en “Face” vi diversas felicitaciones y … me encontré una carta que me escribió mi hijo (¿?) Sorpresa absoluta. La transcribo tal cual…

Papá,

Me ha tomado muchos años el poder valorar justamente lo que has hecho por mi. Desde que te conocí hasta el presente. Ahora lo comprendo. No tengo cómo expresarte mi gratitud. Gratitud es sentir que has recibido algo que sabes no podrás pagar jamás. Eso siento por ti. Me has dado mucho: tu nombre limpio y digno, tu ejemplo recto,  tiempo,  amor, paciencia, además de tu visión anticipada de un futuro que exige cada vez mejores hombres.


Ser padre no es fácil. Nadie te da un manual de instrucciones y cada hijo es diferente. En tu caso la tarea es doblemente difícil, dada la naturaleza voluble e inquieta de tu hijo; ni yo mismo me entiendo en ocasiones. Ser mi padre no ha de ser nada sencillo.  Tú has sabido hacerlo de tal forma que no tengo nada que reprocharte; haz sabido ser el más confiable, constante y presente de todos mis amigos. Haz preparado para mí un futuro luminoso, del cual yo estoy ahora tomando las riendas. Nos has dado todo lo que es tuyo, incluyéndote a ti mismo.


Te pido que tengas confianza en tu obra: haz sabido hacerme fuerte, hábil, y a distinguir lo bueno de lo malo. Confía en mí. Tú me diste la vela y el mar: déjame navegar y verás que no te defraudaré.


Ahora quiero que sepas que todo lo que haga, todo lo que logre, hoy o mañana, es gracias a Dios, a ti y a mi madre. Y nunca olvidaré cuanto te debo. Siempre ocuparas una posición de honor en mi corazón, en mi mente, en mis frutos.

!! Te quiero tanto Papá!!

Tu hijo
Luis

Me quede mudo y con lagrimas en los ojos. Luis Alberto tiene 24 años y de mis hijos es el mayor. Convivimos todos los días e incluso a diario cenamos juntos en familia. El me enseño a ser de verdad un padre. Con el cometí muchos errores, mismos, que nos hicieron crecer como familia y hoy es posible que vivamos en armonía.

Nadie nace sabiendo y para ser padres nunca nos preparamos. Las fallas que tuve traté de enmendarlas de inmediato, renuncie a mi arrogancia, a la intolerancia. Puse en mi una semilla de empatía y simplemente deje que mis hijos me educaran… simplemente.

Cuando un hijo reconoce el trabajo que ha hecho en el su padre… es por que ya es todo un hombre.

De otro modo, también, llega el momento en el cual le reprochara todos sus errores y le despreciara toda la vida.

Hoy es mi día de pago.

Hoy estoy alegre, le doy gracias a Dios por los hijos que puso en mis manos, pues ellos me educaron e hicieron de mi lo que soy.

Hoy estoy feliz, pues mi hijo sabe que “En los momentos de reflexión crece el hombre”

“Tú me diste la vela y el mar: déjame navegar y verás que no te
defraudaré”

Gracias hijo mío.





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