domingo, 2 de marzo de 2014

La promesa. que les hice.



La promesa que les hice.


Jueves, 8.30 p.m. En la obscuridad conduzco por la autopista 86 Reinosa – México.  Toda mi familia viaja dormida en nuestra camioneta.   Mi esposa, hijos, nietos y yerno, regresamos de un viaje corto a un balneario en el estado de Hidalgo, que dicho sea de paso, es un paraíso: El Tephe
 El Tephe es un parque acuático recreativo enorme, entre otras cosas, hay una alberca de olas, áreas verdes, aguas termales, toboganes y comida con sabor a provincia.
 Todo el día nos la pasamos en el agua. Yo estuve tres horas en la alberca de olas, un pequeño descanso,  una cerveza helada y a nadar otra vez, lento y suave.  El agua tibia y yo, éramos uno solo.  De vez en cuando abrazando a mi esposa, quizás  alguno de mis hijos o tal ves algún nieto. En estos paseos cortos, trato de aislarme de vez en cuando,  es decir, busco aislarme, pues disfruto mucho la soledad, en ella, busco paz en mi interior y mi familia me lo permite.
Hacía algún tiempo les había prometido ese viaje.
Hoy se cumplió la promesa.
A punto de llegar a casa, todos comenzaron a estirase y bostezar  como cuando suena el despertador,  por el espejo retrovisor vi a todos con los rostros enrojecidos  recuerdo de ese día de diversión.  Comencé a escuchar que platicaban, todos coincidían en una cosa; Estamos cansados y tenemos  hambre”
¿A caso yo no tenía hambre?  ¿A caso nunca me canso?

Al parecer el papá nuca se cansa, de ser así… ¿Con quién se quejaría?

 A veces me pregunto: ¿Por que esos días, que se supone, son para descansar, regresamos más cansados?

Después de someterlo a votación, la decisión fue que cenaríamos pizza pues  nadie tenía ganas de cocinar,  solo querían  comer y descansar (?), así que tendríamos una breve parada en un centro comercial.

Como todos venían cansados”,  solo mi hija Alison y yo descendimos de la camioneta.
 En la oscuridad del estacionamiento subterráneo le tome de la mano, como siempre lo hago.
 Un gran bostezo vi en su rostro
--¿Cansada?- le dije en tono de sarcasmo, levantando una ceja.
-- ¡Papiiii!-- fue lo único que pudo pronunciar al mismo tiempo que me abraso, mientras sus pies los arrastraba, pues de verdad eso de nadar sí que fatiga el cuerpo.
Al llegar al mostrador (de las pizzas) pedí  mi orden a un robot-empleado que al atenderte no se inmuta en lo más mínimo, el  fastidio por su trabajo era visible, además que casi eran las 10 de la noche,  este jovencito, hablaba  de una manera peculiar, como rezando un rosario y tener prisa por terminarlo...

-- Muy buenas noches, bienvenido a Dominos pizza, ¿le tomo su orden?   bla, bla, bla, bla, bla, ¿Queso extra? Bla, bla, bla, bla 

Para ser honesto, solo entendí que mi pedido estaría en 30 minutos




Nos  sentamos en unas mesitas pequeñas y  mi hija me abraso. Pasaron unos largos minutos largos muy largos.
 El cansancio y la fatiga hicieron que mis ojos comenzaran a cerrarse. Comencé a cabecear, como lo hace un pollo moribundo. Con el ruido de los motores de refrigeración de fondo, mi hija comenzó a acariciar mi cabezay escuche murmurar con enorme ternura;
--¡Papi, ya estas viejito ahhh ya te queda poco cabellito en tu cabeza, y, y ,y tus canitas...ahhhh! ¡Prométeme que nunca te vas a morir! ¡Por favor, prométeme que nunca te vas a morir!

Olvide el cansancio, trague saliva, la mire a los ojos y le dije:
--Hija, sabes que nunca te mentiría, esto es algo que no te puedo prometer, tarde o tempano, algún día, hijita mía,  voy a morir.

Retire mi mirada de sus ojos, me levante, con un nudo el la garganta, camine un poco. Un par de lágrimas rodaron por mi rostro. 

¿A que padre o madre le gusta acariciar la idea de dejar a sus hijos solos, tengan la edad que tengan?
La vida es tan corta que apenas nos da tiempo de vivirla.

Sé que no estoy tan viejo, pero como sea ya viví, quizás un poco más del que cualquier otra persona de mi edad. He visto como se han ido muchos  familiares y amigos míos. A algunos la muerte les sobrevino de manera inesperada, otros, han  fallecido a  manos de la delincuencia. Definitivamente se que no somos eternos, al morir nada nos llevaremos y  nuestro paso por la vida es efímero y fugaz.
De regreso a casa comencé a recordar las promesas que algún día hice  a mi familia y que por cierto todas cumplí, ya que, estas promesas, las hice por amor, como lo hace todo padre que de  verdad ame a su familia.

Le prometí a Dios estar siempre al lado de mis hijos, pues el los puso en mis manos, hoy  mi hijo, Luis (el mayor) ya es un hombre, toma libremente sus decisiones y  asume las consecuencias de sus actos.
Karina es una mujer, casada, con dos hijos, sabe que toda acción tiene una reacción, sabe que la estabilidad de un hogar depende  de la tolerancia y respeto.
Alison a su corta edad es una mezcla de los que son sus hermanos, es disciplinada y  absolutamente responsable de su vida, a  mi esposa le prometí  estar siempre a su lado, en las buenas y en las malas, en la enfermedad y la prosperidad,  juntos de la mano hemos recorrido  el camino de la vida.
Me prometí a mi mismo una vida tranquila, con el favor de dios así ha sido.
Siempre he pensado que mi palabra vale y nunca he prometido imposibles. Jamás les he mentido, sea cual sea la condición soy franco y nunca prometo, lo que no será.

La vida me ha dado lecciones y yo las he aprendido. Así nada mas, sin cuestionar, un día aprendí que  El orgullo y la vanidad, salen más caros que el hambre y la sed


Sé de sobra que "Hacer promesas sin cumplirlas es peor que mentir, pues hacen creer, soñar y por ultimo llorar".

Y  yo... Yo no soy un mentiroso.

Hoy mi familia sabe que solo queda una cosa por cumplir.
 Les  he prometido caminar siempre a su lado y  ellos saben que siempre  estaré  allí, lo saben por que, lo que prometo, lo prometo con el corazón y lo sello con amor.

Ellos saben que hasta el último de mis días cumpliré
 La promesa que les hice.